La Iglesia dominicana, de cara hacia el futuro
Este Tercer Plan Nacional de Pastoral coincide con una dolorosa realidad: la familia, como núcleo vital de la sociedad, luce estremecida y atrapada en una grave crisis que la desarticula y la disuelve.
Como todo cuerpo vivo y organizado, la Iglesia dominicana también se planifica y columbra el porvenir, y hoy justamente se propone anunciar sus nuevas acciones pastorales para una sociedad bastante enferma.
El plan, que da continuación a dos anteriores que se proyectaron por diez años cada uno, tiene por objetivo intensificar la evangelización del pueblo dominicano, con miras a promover un cambio en muchas actitudes incorrectas que parecen desviarnos.
La aplicación de este plan involucrará a las 189 parroquias de la Arquidiócesis de Santo Domingo, y su impacto social habremos de sentirlo con el curso de los años, ya que se trata de dar respuestas a una serie de males que la Iglesia ha venido radiografiando desde que se inició el nuevo siglo.
Desde el 2001, la Iglesia hizo circular entre sus fieles un cuestionario para identificar los logros o fracasos de ella, como institución, y para establecer los principales problemas de la sociedad dominicana.Con ese bagaje de información, bastante comprobada y depurada, los grandes pensadores, el pueblo llano y todo aquel que se siente comprometido con la causa cristiana, ha podido trazarse la línea general del Tercer Plan de Pastoral, que tiene un horizonte de 11 años, pues terminará con las celebraciones del quinto centenario de su instalación en el país.
Hoy se congregará el Cardenal López Rodríguez con sus obispos auxiliares, los sacerdotes, diáconos y responsables de las distintas pastorales, en el Estadio Olímpico, a presentar el plan ante el país.Es bueno indicar que desde el Concilio Vaticano Segundo, clausurado en 1965, la Iglesia universal se miró a sí misma y de cara al mundo, y produjo valiosos documentos que normarían su accionar y su misión en los nuevos tiempos.
Más o menos ese es el tipo de ejercicio que ha hecho la Iglesia dominicana, para medir el nivel de contacto, participación y respuesta que da a las necesidades espirituales y de orientación del pueblo dominicano.
Este Tercer Plan coincide con una dolorosa realidad: la familia, como núcleo vital de la sociedad, luce estremecida y atrapada en una grave crisis que la desarticula y la disuelve.
Demasiadas familias se han desintegrado y otras marchan por ese camino. Se va perdiendo la relación de respeto y unidad entre padres e hijos. Muchas uniones se disuelven y, a menudo, los frutos de ellas, los hijos, se descarrilan, se marchan, se desvinculan de sus raíces, o pierden todo interés por los valores fundamentales de una sociedad sana. Todo se relativiza y se va creando una comunidad de gentes que sólo procuran su provecho propio, en desmedro del provecho colectivo. A este cuadro de males es que la Iglesia pretende darle respuestas evangélicas, sanas, positivas e impostergables.
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