Monday, January 24, 2005

La juventud que hemos perdido

Con una gran porción de jóvenes dañada por tantos males, no se explica que el Gobierno y el Congreso hayan escamoteado recursos que deben destinarse a sofocar algunas de las causas que han provocado esta degradación y este descarrilamiento de quienes deberían ser porque hoy no lo son el futuro de la patria

Este país ha perdido ya a una buena parte de su juventud, concretamente a aquellos adolescentes y jóvenes que, por múltiples causas, han quedado convertidos en puras escorias de la sociedad.Y esto hay que admitirlo con dolor, aunque no debemos rendirnos frente a esa penosa realidad.Los resultados de esa degradación los estamos presenciando en este día, reflejados en el alto número de jóvenes que se han perdido en la drogadicción, en el pandillerismo y la delincuencia, en el atraso por la falta de educación o en el ocio y la vagancia, por la ausencia de oportunidades de trabajo.Otra parte de nuestra juventud ha quedado seducida por el snobismo, procurando vivir bajo otros modelos morales y existenciales que aquí no han echado raíces ni forman parte de nuestra idiosincracia.Queda, por suerte, una parte significativa que ha elegido el camino del estudio, del comportamiento serio y respetuoso; que se forma en nuestras escuelas y universidades para servirle al país desde diversas profesiones.Y en ese segmento incontaminado, todavía promisorio, gravitan ya fuertes peligros. Muchos de los que salen de las academias, investidos como profesionales, no encuentran dónde trabajar o dónde poner en práctica sus conocimientos.Las estadísticas asociadas a la criminalidad en el país nos dicen que los principales actores son jóvenes menores de 25 años. Por igual, los que componen la mayoría en el mercado de consumo de sustancias prohibidas. Son mayoría, también, las niñas y adolescentes embarazadas que recurren al aborto y que han abandonado sus hogares y escuelas para “buscársela” en las calles.Con una porción tan grande dañada por tantos males, no se explica que el Gobierno y el Congreso hayan escamoteado recursos que deben destinarse a sofocar algunas de las causas que han provocado esta degradación y este descarrilamiento de quienes deberían ser porque hoy no lo son el futuro de la patria.Con mucha pena, el director de la Pastoral Juvenil, padre Luis Rosario, se ha quejado de que los presupuestos para la juventud han sido recortados en un 20 por ciento en aquellas entidades y programas especializados en este segmento de la población.¿Y es así como vamos a combatir la delincuencia y a mejorar las condiciones de vida en aquellos barrios y sectores en los que una juventud ociosa y viciosa, sin futuro, sin formación, necesita ser regenerada?.Andamos por muy mal camino y no podemos decir, ahora, que hay una luz al final del túnel.

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