Thursday, January 20, 2005

Bases del plan anticrimen

La ciudadanía, que ha dado demostraciones públicas de que rechaza la violencia y la delincuencia, debe sentirse alentada y esperanzada con estas medidas que pronto va a poner en práctica el Gobierno y debe dar el mayor respaldo a la Policía para cumplir con su labor, dificilísima por demás

El Gobierno acaba de avanzar algunos planes que conformarán su estrategia anticrimen, comprometiendo la suma de 24 millones de dólares para un adecuado equipamiento de la Policía Nacional, con lo cual comienza a dar en la diana del problema, pese a todo lo complejo que es.

El dinero será invertido en la adquisición de cientos de motocicletas y vehículos y en otros instrumentos indispensables para la labor de vigilancia, prevención y sofocación de la delincuencia en todos los sentidos. Reabrirá la academia de entrenamiento policial y se asegurará que especialistas norteamericanos vengan al país a ofrecer sus técnicas y sus experiencias a los agentes, con la finalidad de prepararlos mejor para un desafío que, como notamos cada día, se acrecienta.

Las autoridades tienen que luchar contra un enemigo mejor armado, en muchos casos, que sus propios agentes y con un poder económico para comprar o doblegar voluntades, para eludir los encarcelamientos y para llevarse por delante a todo aquel que se le oponga a sus planes.

El narcotráfico, principal vector de la criminalidad que ahora se siente en las calles y en nuestros barrios, no solo fomenta vicios, sino que opera sobre la base de atemorizar, asesinar, ajustar cuentas y violentar leyes, y en su estrategia atrae o elimina policías y autoridades.

No es menos cierto que, para que un plan anticrimen de esta magnitud tenga éxito, es imprescindible que la Policía atraviese primero por un proceso de depuración para excluir a los indisciplinados, a los permeados por los delincuentes, a los mismos delicuentes uniformados y a todo aquel incapacitado para brindar un servicio de seguridad ciudadana como el país lo reclama.

También tienen las autoridades que ser más eficientes en el desarme de la población, especialmente de aquellos que portan armas a sabiendas de sus antecedentes delictivos, o de los que sin ninguna justificación poseen y usan estos artificios letales.

Lo que ha habido en los últimos meses, es un esfuerzo de regularizar el porte y tenencia, que no es más que organizar o promover un armamentismo regulado. Pero desarme no ha habido.Y hasta que eso no ocurra, la autoridad será siempre vulnerable, no importa la cantidad de vehículos y equipos que posea.

Una observación pertinente: es preciso que los equipos sean cuidados y mantenidos como debe de ser. El patrón de uso en nuestras instituciones públicas es convertir en chatarras, en pocos meses, los vehículos nuevos, o en irlos abandonando porque no pueden ser reparados, sean mínimos o grandes sus desperfectos.

La ciudadanía, que ha dado demostraciones públicas de que rechaza la violencia y la delincuencia, debe sentirse alentada y esperanzada con estas medidas que pronto va a poner en práctica el Gobierno, y debe dar el mayor respaldo a la Policía para cumplir con su labor, dificilísima por demás.

Ahora bien, la Policía tiene que volver a ganarse la confianza de todos nosotros. O, de lo contrario, el plan anticrimen no servirá de nada.

www.diarioadiario.com.do

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