Monday, February 06, 2006

Más protección para el Presidente


SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.- Un individuo armado fue interceptado ayer en las proximidades de la tribuna desde la cual el Presidente Leonel Fernández inauguraría una obra en Azua.

El hombre portaba un arma de fabricación casera, de las llamadas “chilenas”, muy usadas por los delincuentes y los pandilleros barriales.

Y además tenía escondidas entre sus piernas algunas cápsulas para dicha arma de fuego.
¿Con cuáles intenciones estuvo allí, cerca de la tribuna presidencial?

Esto debe ser determinado por una investigación profunda y profesional de nuestros organismos de inteligencia, sin menospreciar el contexto de delincuencia y de violencia que está marcando la vida nacional en los últimos meses.

El instinto criminal se ha hecho presente en muchos ciudadanos, por múltiples causas, y esto se refleja en el alto número de homicidios, asaltos, atracos y otras tentativas delictivas que han dejado una enorme estela de víctimas.

En la víspera, por ejemplo, dos sargentos policiales fueron asesinados por desconocidos, aumentando la lista de policías y militares muertos a tiros en las últimas semanas, lo que pone en evidencia que aquí nadie tiene su vida segura.

La vida misma del Presidente estuvo hace poco en peligro, en grave peligro, durante una visita a Puerto Príncipe, Haití, donde fuerzas tenebrosas provocaron disturbios que obligaron a la seguridad del mandatario a tomar las máximas precauciones para protegerlo.

Los hechos son tan graves que muchos prefieren minimizarlos, para no sofocarse con el nivel de osadía y alevosía que aquella trama ominosa puso en evidencia en los alrededores del palacio presidencial y en las calles casi bloqueadas de la capital haitiana, por donde finalmente se desplazó, a tiro limpio, la escurridiza caravana presidencial.

Más luego se dijo que el Presidente había suspendido la visita a una localidad dominicana, tras descubrirse, supuestamente, un paquete de armas de fuego en esa zona.

La situación del país es volatil en términos de la seguridad ciudadana y a pesar de la confianza que tienen las autoridades en sus planes de prevención y control de la delincuencia, ni el Presidente ni los demás altos cargos del Gobierno deben exponerse a riesgos mayores.

Sin pecar de alarmistas o extravagantes, creemos que ahora más que nunca debe reforzarse la seguridad del Presidente, que es la máxima autoridad de la nación y cuya vida tiene que ser preservada.

Los delincuentes, como los terroristas, no tienen corazón ni magnanimidad. No tienen sentimientos ni frenos a la hora de agredir. No andan pensando mucho si la víctima es inocente o merecedora de un castigo. Atacan a menudo a los más desprotegidos.

Al Presidente tenemos que cuidarlo con el mayor celo. Gracias que su seguridad fue eficiente y pudo detener a este hombre armado antes de que cometiera cualquier locura. Ahora se impone andar con los ojos más abiertos que nunca.

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