Saturday, January 14, 2006

Un maestro de maestros

SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.-Don Nicolás Pichardo no fue solamente un maestro de maestros, sino un ciudadano virtuoso, humanista, servicial, alegre y un pedagogo eminente.Tantas facetas tachonaron su prestigio que, en síntesis, lo convirtieron –pese a toda su modestia– en uno de los más ilustres hombres de este país.Su larga trayectoria de vida resultó fructífera para la sociedad dominicana en muchos sentidos.Como médico cardiólogo y catedrático de la materia legó a sus pacientes y discípulos una filosofía de vida y comportamiento que muy bien vale aconsejar en esta sociedad marcada por el estrés y la desesperanza: borrar del vocabulario la palabra preocupación.Y, en cambio, potenciar las capacidades humanas, sobre todo las del espíritu para construir una sociedad más feliz.Su papel como político lo inició, de carambola, gracias a su prestigio personal y profesional. Se le buscó como mediador de la crisis que determinó la salida del presidente Balaguer en 1961 y la formación del Consejo de Estado que tuvo a su cargo abrir la agenda democrática del país tras la caída de la tiranía.Fue, inclusive, uno de sus siete miembros y su vicepresidente. Sus contribuciones a la paz y la conciliación fueron notorias en el curso del tiempo, no solamente en los escenarios de la política sino del magisterio, de la cultura, en los que tuvo fulgurantes credenciales.Un hombre de esa estatura no estaba llamado para el retiro. No obstante a que quiso disfrutar de un tiempo sin esclavitudes del trabajo, para dedicarlo al ajedrez, a la buena música, las obras sociales y la lectura, así como al aprendizaje y manejo de la computadora, la llama del servicio encendió de nuevo su corazón y lo hizo volver a la cátedra, e intentó formar la escuela de Medicina de UNIBE, hasta que fue requerido por APEC para que ocupara su rectoría.Desde esa posición, su caudal de talentos fue puesto al servicio de nuevos proyectos académicos y esas tareas le confirmaron su percepción de que el ser humano siempre puede ser útil al prójimo si desea servirle de verdad.Don Nicolás Pichardo ha muerto, pero se ha ido, con toda seguridad, satisfecho de su obra.Este fue su testimonio: “Estoy agradecido a la vida por darme la oportunidad de vivir tantos años en salud, por no permitir que tragedias familiares entristecieran mi vida, y por permitirme ver el siglo más trascendente que ha tenido la humanidad. Cuando nací el mundo era una aldea. Hoy desde mi computadora me comunico con el mundo entero. La sociedad dominicana cambió increíblemente”.“A lo único que aspiro es a exhalar amor y paz en el último suspiro y que en el último destello de mi conciencia pueda decir: Señor, he cumplido”.

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