En el 2006, con más fe y esperanza
SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.-Cada nuevo año, técnicos, especialistas y analistas de distintas áreas del saber humano suelen hacer sus vaticinios sobre la situación mundial, intentando predecir o acercarse a una visión posible del futuro inmediato.Toman en cuenta tanto los índices más recientes de la economía, como las expectativas políticas y tensiones regionales, y las encajan en unos marcos comparativos procurando descubrir si lo que viene es mejor o peor que lo que hemos dejado atrás.En el caso local, casi siempre estos pronósticos no son nada halagüeños para la República Dominicana. Predomina en ellos un fuerte tinte de pesimismo que, en lugar de animarnos a luchar, intenta desalentarnos.Generalmente se nos dice que el país no se repondrá de la fuerte crisis. Nos condenan a no salir ilesos del alza de los precios del petróleo. Y presagian dificultades al demorarse el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, y como si fuera poco, nos enrostran que no podremos sobreponernos jamás al índice de violencia y a la inseguridad social que silenciosamente se va apoderando de nuestras calles, barrios, comunidades y ciudades.Sin embargo, por encima de esas permanentes prescripciones, nuestro país sale adelante, venciendo todas las dificultades. Lo hace no por arte de magia, sino con una profunda vocación de fe y con renovados bríos de esperanza de parte del conglomerado social.Somos un pueblo noble y digno, a veces conmovido por los desmanes del poder; utilizado por un sector de su clase política para saciar sus intereses personales, e incomprendido por la comunidad internacional en cuanto al alcance de su soberanía y a sus reales posibilidades de desarrollo.Somos un pueblo que ama el trabajo y que desborda humildad, sabiduría y coraje por sus venas. Gracias a estas características, sabemos cruzar por encima de las adversidades y cada año renovamos nuestra esperanza social, sin pensar en recompensas y sin invocar más destino que el inclaudicable amor a Dios y el reconocimiento a nuestra Iglesia Católica como madre y guía espiritual de cada uno de nosotros.El año 2006 comienza con graves presagios. Tal vez, peores que en años anteriores. La situación de nuestro vecino país es cada vez más insostenible y no se vislumbra, por las buenas, ninguna solución halagüeña.El Gobierno se ha empecinado en sacar adelante algunos proyectos multimillonarios sin el debido consenso de las distintas fuerzas que componen el panorama de nuestra democracia. Pero lo que todo el mundo quisiera es que masificara la creación de nuevos empleos.Como nunca antes, el alza del petróleo traerá como resultado una escalada que afectará a la mayoría de los productos de la canasta familiar junto a la ya elevada tarifa eléctrica.Sin embargo, el dominicano saldrá adelante otra vez por su vocación de fe. Por mucho que los incompetentes, corruptos y falsos líderes hagan por desestabilizar al país, nada nos hará variar el rumbo que hemos adquirido como nación soberana e independiente fundada por nuestros próceres.El 2006 será otra prueba más que sabremos vencer con mucha altura, a pesar de los malos augurios que penden sobre nuestras cabezas.
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