El peligro de los esquilmadores
SANTO DOMINGO, RD.- Puede darse el caso, no lo dudamos, de que esa sea la situación derivada de la participación de inescrupulosos negociantes en algunas empresas o negocios con el Estado, actualmente en vigor, en los que estamos esquilmados y sin poder hacer legalmente nada por el momento.
En el proceso de atraer inversionistas al país, el Gobierno tiene que cuidarse de saber con quién trata y con quién negocia concesiones oficiales.
No siempre resultan impecables o reales los que se acercan a las entidades públicas , con supuestas credenciales de inversionistas, a ofrecer villas y castillas para ganarse el derecho de ejecutar obras o involucrar al Estado, con sus avales, en grandes y multimillonarios proyectos.
Aquí todavía solemos darnos el lujo de ser engatusados por muchos de esos aventureros y avivatos que vienen al país, con o sin amarres y enllavaduras, a hacer los negocios del siglo.
A menudo tienen suerte de encontrar no solamente a los tontos que se creen sus historias, sino a insaciables y perversos “servidores públicos” que, por el solo hecho de ganarse la tajada de las comisiones, conceden autorización directa, vía grado a grado, a esos enflautadores.
No pocas veces hemos tenido que soportar la amarga experiencia de deshacer contratos o descartar proyectos al comprobarse que caíamos en desventajas, o sencillamente nos estafaban.
Puede darse el caso, no lo dudamos, de que esa sea la situación derivada de la participación de inescrupulosos negociantes en algunas empresas o negocios con el Estado, actualmente en vigor, en los que estamos esquilmados y sin poder hacer legalmente nada por el momento.
Los mandatarios y sus funcionarios tienen que andar con mucho cuidado al pisar los delicados terrenos de la inversión extranjera o local, para que no sean sorprendidos por grandes fiascos o por alianzas con delincuentes de toda laya.
América Latina ha tenido sonados casos de presidentes y altas autoridades que han ido a parar a los tribunales a dar cuentas de comisiones cobradas o de las andanzas de sus testaferros, en perjuicio del bien público, al verse involucrados en concesiones de obras o en compras gubernamentales.
Donde abundan esas tentaciones, por lo regular, es en los procesos de privatización de entes públicos, ya que se juegan o manipulan los valores reales o faciales de las entidades para sacar grandes ganancias de un tirón, aunque se perjudique el interés nacional.
Han surgido evidencias escandalosas, en determinados países latinoamericanos, de comisiones que se ofrecen para acelerar y formalizar esas transacciones, en un reparto que puede hacer ricos de la noche a la mañana a quienes no lo son, o más ricos a los que lo son.
Por eso es que una de las virtudes del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica es la transparencia en las licitaciones y los concursos públicos, ya que el Estado es fuente o botín para la voracidad de aquellos que siempre andan tras el dinero, no importa la modalidad de trampa que utilicen o de la excelente prestigiditación con que encantan a sus aliados estratégicos en los gobiernos.
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