Deforestación en la frontera
SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.- Muchos esfuerzos y vigilias nos ha costado proteger la foresta de la gula depredadora de los haitianos y de ambiciosos dominicanos como para que ahora se permita la quema intensiva de carbón, a fin de satisfacer las necesidades energéticas de los haitianos.
En una frontera sin leyes, la tumba de árboles para preparar carbón es una rutina devastadora que le está haciendo mucho daño a nuestra foresta.Y no sólo se derriban árboles para la quema del carbón, sino para la venta de maderas violando las normas existentes.
El director de este diario y su asistente se internaron en la loma Vara de Vaca, en Restauración, y lo que vieron allí los dejó boquiabiertos.
Grandes troncos de pinos y otros árboles aparecían alineados a ambos extremos de un camino, y algunos agricultores dijeron que era producto de una tala “ilegal”, pero “tolerada”. Inclusive, denunciaron que autoridades encargadas de cuidar la foresta supuestamente autorizaban el corte, pero cuando los árboles habían sido derribados se apropiaban de ellos y amenazaban a los dueños de las tierras con someterlos a la justicia si denunciaban esta extorsión.
De seguro que tales prácticas se generalizan a todo lo largo de la zona, amparadas en la ausencia de vigilancia militar eficaz a esas alturas.Cruzar de un poblado dominicano a otro haitiano o internarse en montes que dividen a ambos países no es tarea imposible, ni difícil, ni restringida.
En estos momentos se está produciendo una sostenida deforestación y las autoridades están obligadas a ponerle coto.Muchos esfuerzos y vigilias nos ha costado proteger la foresta de la gula depredadora de los haitianos y de ambiciosos dominicanos como para que ahora se permita la quema intensiva de carbón, a fin de satisfacer las necesidades energéticas de los haitianos.
En Jimaní, y concretamente en la margen sur del Lago Enriquillo, esta devastación es ostensible, nociva y preocupante.Camiones llenos de carbón salen de las espesuras de los montes, preferentemente de noche, y pasan sin dificultades los controles de la frontera, internándose en Haití, donde realizan el gran negocio del carbón.
Baitoa, guayacán, bayahonda y cacheo son las especies preferidas para la producción carbonífera, pero más arriba en la línea fronteriza, en las zonas montañosas, el corte abarca maderas tan apreciadas como el pino.
Una prueba fechaciente del contubernio creado entre autoridades y depredadores es que en las últimas semanas han sido cancelados los responsables de algunas dependencias fronterizas de Medio Ambiente.
El subsecretario Miguel Abreu confirma que se han realizado operativos en los cuales se han confiscado centenares de sacos de carbón, y se han sometido a los culpables de estas violaciones. Pero muchos en Jimaní saben quiénes son los verdaderos jefes del negocio, y a éstos, por alguna magia, no les llega el brazo de la autoridad para atraparlos, impedirles su devastación y llevarlos a los tribunales, porque así son las cosas en este país.
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