Cumbres borrascosas
SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.- Un área de libre comercio es un asunto de tal envergadura que, si de veras se asume como un compromiso hemisférico, requerirá de mucho tiempo para concretizarse
Un antiguo secretario general de la OEA solía decir que América Latina era la región más dividida del mundo, aunque pareciera lo contrario.
El decía que si a Estados Unidos se le hubiese ocurrido hacer una gran donación a toda América Latina y le permitiera a sus pueblos repartírsela equitativamente, en ese mismo momento quedaba atomizada toda la región.
Ese ejemplo, que es fuerte de admitir, se hace realidad de tiempo en tiempo, cuando se avanza algún intento o esfuerzo por unificar pareceres sobre una aspiración común.
Los Estados Unidos, por lo visto, no conocía la aguda percepción que sobre este continente tenía el antiguo secretario general de la OEA. Si lo hubiese sabido, no daría por un hecho que para este 2005, como estaba previsto, funcionase el Área de Libre Comercio de las Américas.
Y es que en la medida en que se acentúa la pobreza y el endeudamiento externo de los países de este continente, menos tiempo tienen sus líderes para enfrascarse en un interminable cotejo de números y cálculos, de ganancias y de pérdidas, en la formulación de un esquema de esa magnitud, que equivale en la práctica a una unión de naciones aprochadas en unas reglas comunes para su comercio regional y para otras prioridades.
De ahí que se vislumbrara, bien temprano, que la “Cumbre de las Américas”, convocada en Mar de Plata, Argentina, no suscitaría tanto entusiasmo de los países latinoamericanos con el compromiso de acelerar la entrada en vigencia del ALCA.
Ya han asomado fuertes tendencias en contra, en las que se reflejan las formas de pensamiento y visión política y estratégica de algunos presidentes que, como los del Mercosur, se sienten cómodos y menos dependientes del “imperio” con su propio esquema subregional.
Los pocos países que han suscrito acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, se sienten privilegiados con esa relación y probablemente no se esfuercen demasiado por involucrarse en una unión de más dimensión como el ALCA.
A Europa le tomó casi veinte años, contando con un órgano llamado la Comunidad Económica Europea, el diseñar y poner en práctica el anhelado propósito de su actual unión, al costo de grandes ajustes y reformas.Un área de libre comercio es un asunto de tal envergadura que, si de veras se asume como un compromiso hemisférico, requerirá de mucho tiempo para concretizarse.
El ejemplo del acuerdo firmado entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana es una muestra de lo meticuloso y decisivo que resulta armonizar intereses, niveles de competencia y de desarrollo, tamaño de mercados y prioridades nacionales, para alcanzar un tratado común.
Las “cumbres presidenciales” no han podido lograr mucho en este sentido. Pese a la gran oferta de los Estados Unidos con el ALCA, y lo que hemos visto en Mar de Plata, no hay duda que el antiguo secretario general de la OEA estaba en lo cierto en cuanto a sus percepciones.
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