Un paréntesis en la ruta hacia el TLC
SANTO DOMINGO, RD.- El paréntesis que se ha abierto entre el primero de enero y la fecha posible de entrada en vigor, en el caso dominicano, debe servir para que los sectores productivos se reúnan y examinen con la serenidad, visión de futuro y objetivas realidades, lo que nos espera.
Al postergarse por seis meses, máximo, el inicio del TLC con los Estados Unidos, el paréntesis que se ha abierto puede permitir una reflexión más profunda sobre sus impactos en nuestra vida económico y social.
El TLC es mucho más que un esquema para el intercambio fluido, libre de aranceles, de los productos de exportación de nuestros países.
Es un marco legal que alcanza las propias bases de nuestro sistema económico y comercial y que impone obligaciones mutuas a los países firmantes.
El factor clave, esencial, es la capacidad competitiva de cada uno de los concernidos para sacar el mayor provecho al mercado común que se nos crea al amparo de nuevas reglas.
De esa falta de competitividad nos quejamos, a ciertos niveles, de los sectores productivos, porque gravitan sobre ellos cargas impositivas y porque son elevados los costos de algunos servicios vitales, como el de la energía.
El temor a entrar a un mercado con estas debilidades frente a competidores más fuertes y preparados es lo que ha ensombrecido, para muchos, el futuro que esperan bajo un TLC.
La cantidad de normativas y requisitos establecidos constituye un reto para la desorganizada maquinaria productiva dominicana.
Lo mismo representa el aspecto de la transparencia, equidad y honradez en el manejo de las compras estatales y en las concesiones públicas, donde el dinero de comisiones y “coimas” rueda a caudales por debajo de las mesas de la burocracia.
Por igual estamos frente al reto de respetar los derechos de propiedad o de autor que, bajo un esquema como el TLC, abarca todos los renglones sujetos a la comercialización.
Esto indica que muchos productores dominicanos tendrán que pagar, al exportarlos al mercado de Estados Unidos o de otros países centroamericanos, determinados derechos de autor por sus productos, o mejor dicho, por aquellos renglones que ya otros patentizaron en cuanto a contenidos, formas, mezclas o nombres propios.
El paréntesis que se ha abierto entre el primero de enero y la fecha posible de entrada en vigor, en el caso dominicano, debe servir para que los sectores productivos se reúnan y examinen con la serenidad, visión de futuro y objetivas realidades, lo que nos espera.
Sabemos que el paréntesis de tiempo estará sesgado por la campaña electoral, pero esta no debe ser excusa para que los sectores aludidos se hagan representar en una comisión que evalúe los alcances del pacto comercial.
En el interin, estará por verse cuál es el impacto que producirá la reforma fiscal en los sectores productivos y en su capacidad competitiva y, por el otro lado, en qué medidas la tardanza en la entrada en vigor del TLC hará desperdiciar las oportunidades de inversión extranjera que sólo esperaba este momento.
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