Wednesday, December 14, 2005

“Afortunada” sociedad civil

En nuestra sociedad están ocurriendo hechos y develándose atrocidades que esa sociedad civil, antes vehemente y patriótica, puritana y moralista, prefiere ni ver ni comentar, en un porfiado e inútil esfuerzo para evitar que se le caigan todas sus máscaras.....y sus buenas pagas.


Cobijados bajo el flamante paraguas de la “sociedad civil”, grupos y personajes han encontrado la fuente de su sustentación económica en “ayudas” de gobiernos extranjeros y hasta en los nuestros.

Gracias a esta privilegiada condición de “voceros” de algunas demandas del pueblo, han alcanzado nombradía y “autoridad” para decidir qué es bueno y qué es malo en la sociedad y, en consecuencia, absolver o condenar.

Sus banderas temáticas preferidas son la transparencia y la corrupción, ya que buena parte de los dineros que les envían sus patronos para que organicen seminarios o difundan sus ideas en la prensa van dirigidos a estos objetivos.

Sus posiciones de principios han demostrado ser, en los últimos tiempos, acomodaticias. Ante unos tufos de alta y aristocrática concupiscencia, para no llamarles robos vulgares o exacciones criminales de fondos públicos y privados, han actuado como los avestruces, metiendo cabeza y largo cuello en hoyos muy profundos....tal vez para taparlos.

La relación de estos grupos con el poder no es tan independiente como tratan de proyectarla. De manera subterránea se mueven influencias que de alguna u otra forma condicionan sus posiciones públicas o su silencio más desvergonzado.

Llama la atención, en este contexto general, que dos figuras de esa llamada sociedad civil aparezcan contratadas por el Gobierno para diseñar una reforma fiscal que justamente tendría el efecto de dar un garrotazo a los presupuestos maltrechos de ese pueblo al que supuestamente defienden de los engaños y las ocultaciones de todo género.

El colega Diario Libre publicó ayer la historia de una ex-directora de FINJUS que concertó con el Gobierno un contrato de 150 mil dólares (¿por qué estas cosas hay que pagarlas en moneda extranjera?) para diseñar el paquetazo, y que a su vez subcontrató a su esposo, dirigente de otra entidad de la sociedad civil, para compartir el trabajo.

Sin poner en dudas los méritos profesionales de ambos consultores, surge la interrogante de por qué el organismo oficial que los contrató no usó a sus propios especialistas en materia tributaria y tuvo que pagar 150 mil dólares a dos personas para que se responsabilizaran del diseño del paquetazo fiscal.

¿Hubo concurso público para otorgar el contrato? ¿Es válido, o ético, compartir la tarea con su pareja? ¿Hasta qué punto su condición de prominentes figuras de dos entidades de la sociedad civil compromete o ancla las posiciones de “principio” que éstas dicen sustentar a la hora de fijar posturas sobre una reforma que todo el mundo ha torpedeado?

En nuestra sociedad están ocurriendo hechos y develándose atrocidades que esa sociedad civil, antes vehemente y patriótica, puritana y moralista, prefiere ni ver ni comentar, en un porfiado e inútil esfuerzo para evitar que se le caigan todas sus máscaras.....y sus buenas pagas.


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