El pacto social es ya un reto
SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.-¿cuál es el país que queremos para el futuro inmediato? ¿Qué estamos haciendo para conducirlo hacia el objetivo deseado? ¿Hasta dónde las voluntades nacionales han querido entrar en convergencia para lograrlo?Contrato social o pacto social, nada de eso hemos podido lograr para que los mejores ideales de nación se concreticen en el futuro, siguiendo una logística y un cronograma de cumplimientos en el que estén comprometidos los gobiernos sucesivos.A lo sumo, lo que más se aproxima a un plan cuantificado con acciones puntuales y medibles es la Ley de Gastos Públicos, pero ésta comprende solamente los compromisos y responsabilidades del Gobierno de turno con su propio proyecto.No es un plan ni un proyecto de toda la sociedad.De ahí que cobre importancia y carácter de necesidad impostergable la idea de reunir a los sectores más representativos en la definición de un pacto social, a través del cual se consagren las metas que, como nación, debemos alcanzar para asegurar un desarrollo sostenido y un mayor bienestar para la ciudadanía.Bastaría reunir a los especialistas de los distintos sectores, gobierno y sociedad civil, en un foro libre de presiones y de oportunismos políticos y demagógicos para realizar un diagnóstico de la situación y contextualizar las metas a un plazo largo.El autor de la propuesta, cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, encontró favorable eco de inmediato cuando lanzó la idea en diciembre, y ahora ha recibido el espaldarazo del presidente de la Suprema Corte de Justicia, doctor jorge Subero Isa.El magistrado recoge las mismas motivaciones y preocupaciones del cardenal pero avanza un poco más en la iniciativa al pedir a los partidos políticos que asuman este reto después de las elecciones.También sugiere que el pacto social sea proyectado con no menos de ocho años, para que así las medidas que se contemplen puedan ser continuadas por otro gobierno.Tal vez esté haciendo falta esta prueba crucial del consenso, para que en el futuro podamos programar las metas que tiendan al bienestar y el crecimiento con un esquema que permita dominarlas y controlarlas, salvo que acontezcan situaciones que las hagan variar.Pero lo importante es tener el horizonte claro, y todavía no lo hemos columbrado.En este país no sabemos hacia dónde vamos ni lo que verdaderamente queremos. Hemos perdido un tiempo precioso atizando las contradicciones que nos dividen, sin cohesionarnos en las cosas que nos identifican. La actividad política ha sido el péndulo de la nación, y tras ella se han quedado rezagadas otras energías sociales y económicas que bien pudieron producir otros deseables cambios y transformaciones en nuestra sociedad.
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