Quitar el subsidio es un suicidio
Estamos en un ambiente cargado de desalientos, de frustraciones, de expectativas insatisfechas, pero al mismo tiempo de alta delincuencia, inseguridad y de actitud hostil, envalentonada y probablemente conspirativa del sector más sucio de la oposición
Quitar subsidios al gas propano ha sido, en América Latina, un acto equivalente a largar una bomba atómica a los pobres.No se ha salvado ningún país de caer en inestabilidad o de ver a sus gobiernos derribados, a resultas de esta desregulación en sus precios.A Bucaram, en Ecuador, no lo tumbaron sólo por payaso y por privar en loco, sino porque eliminó el subsidio al gas y elevó los precios de la gasolina.Aquí estamos a punto de tropezar con la misma piedra. Para complacer al Fondo Monetario Internacional.Al FMI hay que decirle que no, en esas pretensiones. No podemos suicidarnos. Estamos en un ambiente cargado de desalientos, de frustraciones, de expectativas insatisfechas, pero al mismo tiempo de alta delincuencia, inseguridad y de actitud hostil, envalentonada, y probablemente conspirativa, del sector más sucio de la oposición.Al Gobierno lo están acechando.Sus enemigos esperan que quite el subsidio del gas para alentar protestas que, por demás, se justificarían, y para crear un estado de inestabilidad abonado por el mantenimiento de altos precios en los productos de primera necesidad, escasez perceptible de circulante y resistencia al trabajo de la Justicia contra los corruptos del pasado régimen.Adicionalmente, hay malestar en un empresariado que se siente acosado y culpabilizado de la crisis, por evasión impositiva o por oposición a nuevas reformas fiscales que incrementen los gravámenes.Y como colofón, quien se hará responsable de la medida es un Gobierno que ha visto perder su popularidad en un 30 por ciento antes de cumplir su primer año de ejercicio.¿Qué vale más para el país, su propia paz o la economía de 2,700 millones de pesos?¿Qué importa más, que el turismo, principal fuente de generación de divisas, se desplome a causa de un estado generalizado de protestas, violencia y crisis, o economizarnos 2,700 millones de pesos en subsidios? La alternativa está en suprimir solamente el subsidio para aquellos consumidores que usan el gas propano como combustible de vehículos.Se dice que constituyen el 40 por ciento del mercado. “Focalizar” el subsidio es molestoso, discriminatorio y excluyente. ¿Quién podrá evitar la queja de madres pobres cuando vayan a comprar gas a precios que fluctuarán cada semana y no reciban el subsidio, mientras otras son beneficiadas con la compensación? Les dirán “comesolas”. Y no las verán como otras pobres más, sino como unas privilegiadas por el partido oficial.Además, aquí hay dos millones de pobres y la tarjeta del subsidio apenas alcanzaría para un tercio. Entonces, ¿qué sentido tiene meternos en esta aventura? ¿Es que acaso el Gobierno quiere suicidarse?
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