Aquí debe de abrirse otro proceso
SANTO DOMINGO. R.D. - Junio 4- Si el miedo se aposenta sobre ese trípode gobierno-justicia-sociedad civil, que se sepa que nosotros, en este diario, no evadiremosla responsabilidad de denunciar tales dobleces y exigir incansablemente que se haga justicia, caiga quien caiga.
Al margen del derrotero que pueda tener en las cortes norteamericanas el caso Quirino, es obvio que la Justicia dominicana tiene que abrir aquí un proceso paralelo para determinar la dimensión de los daños que él y sus cómplices hicieron al país.
Los Estados Unidos tienen sus razones para perseguirlo y juzgarlo. Se sienten perjudicados por los negocios ilícitos en la introducción y venta de narcóticos y por el lavado de activos provenientes de ese negocio.
El narcotráfico está considerado un crimen de lesa humanidad.
Así como los Estados Unidos sienten que sus leyes y sus normas fueron violentadas y que, por tanto, caben fuertes penalidades para sus responsables, no es menos cierto que aquí también quedan secuelas gravísimas de las andanzas delictivas y criminales de esos narcotraficantes.
Las escandalosas revelaciones que han surgido en el juicio abierto por el senador Hernani Salazar contra el doctor Vinicio Castillo permiten ir develando una compleja trama de acciones y complicidades en la que altas esferas del poder figuran comprometidas. Seriamente comprometidas.
El daño que este contubernio ha infligido a las leyes nacionales y a principios muy respetados de moral social es de una magnitud que apenas estamos descubriendo, percibiendo y sufriendo.
Estas complicidades, ¿quedarán impunes? ¿Se cruzará de brazos la Justicia dominicana frente a ese cúmulo de evidencias, sospechas o verdaderos indicios y dejará que sean otros tribunales —en este caso los norteamericanos— que se ocupen de penalizar esos delitos?
¿Mantendrá el ministerio público las manos afuera de estos expedientes, simple y llanamente porque son los fiscales norteamericanos quienes mas están interesados en dilucidarlos?
Si al Gobierno actual le ha faltado voluntad, determinación y valor político para proceder al arresto de todos los sospechosos —sean quienes sean— de pertenecer a la banda de narcotraficantes que por el momento ha sido neutralizada, ¿le faltará también coraje a la Justicia para dar el frente?
Tememos que eso sea lo que ocurra. Sobre todo si tomamos en consideración que las llamadas fuerzas determinantes de la sociedad civil se han mantenido indiferentes, indolentes y hasta desinteresadas en presionar para que se actúe contra la banda y sus cómplices en el poder, como lo han hecho frente a otros casos.
Si el miedo se aposenta sobre ese trípode gobierno-justicia-sociedad civil, que se sepa que nosotros, en este diario, no evadiremos la responsabilidad de denunciar tales dobleces y exigir incansablemente que se haga justicia, caiga quien caiga.
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