Estamos bien, pero no estamos bien
SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.-A juzgar por la forma en que otros nos ven y cómo nosotros decimos que vivimos, es obvio que en este país “estamos bien...pero no estamos bien”.El turismo, se dice, marcha bien, pero no está bien que se hayan cerrado ya once grandes hoteles en Juan Dolio y en Bávaro-Punta Cana, afectada su rentabilidad por los altos costos energéticos.Los cobros de las facturas de la luz han sido los mayores, pero la energía no fluye a los hogares y vivimos bajo el imperio de los apagones.Estamos bien, decimos, en el control de la inflación, pero los precios locales de muchos comestibles y servicios siguen por las nubes.Nos encanta hablar de la estabilidad de la tasa del dólar, pero los precios de muchos productos y bienes reflejan el valor de una tasa mayor, y nadie se atreve a explicar esta incompatibilidad.Las firmas calificadoras de riesgos, pero más que nada el Club de París, con quien tenemos altas deudas, nos describen como una economía revitalizada, pero nosotros acudimos ante los acreedores con el discurso de que “no estamos bien” preparados para pagar capitales ni para cubrir compromisos ya vencidos o por vencerse a la vuelta de poco tiempo.La televisión está atiborrada de anuncios publicitarios gubernamentales que exaltan el rápido cambio de una situación de crisis hacia el “E pa’lante que vamos” en todos los sentidos, pero desde fuera nos llaman Estado fallido...O casi a punto de serlo.Estos contrastes y se nos quedan muchos ejemplos ilustran las dos realidades con que estamos lidiando cada día.Una la asume el Gobierno desde una perspectiva propagandística, y otra la sufre el pueblo, la clase media y los más pobres, con alzas continuas, con escasa circulación de la moneda, con las consecuencias de las parálisis de empresas de zonas francas, con los despidos de millares de trabajadores de la hotelería y con una exhausta industria de la construcción que no da señales de recuperación.Se habla de inversiones millonarias todos los días, como si bastara un ejercicio de recordación de las apropiaciones acordadas en el presupuesto para sentirnos que “estamos bien”, pero lo real es que las instituciones oficiales se están manejando con pocos recursos y, por eso, “no estamos bien” en ese sentido.También a menudo se anuncian reforzamientos de la vigilancia en la frontera y en las costas, y en esa misma medida aumentan los ingresos de ilegales o en el caso de las yolas las fugas de los desesperados, y los contrabandos no paran.Mientras discutimos si el vaso de agua está medio lleno o medio vacío, el Presidente Fernández ha hecho lo correcto y lo propio al admitir que vivimos bajo la amenaza de una convulsión social, ante un horizonte poco menos que catastrófico por culpa de las alzas sostenidas del petróleo.Y sus funcionarios siguen empeñados en dibujarnos un panorama distinto. Definitivamente “estamos bien, pero no estamos bien”.
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