Saturday, September 17, 2005

Un alivio, aunque sea pasajero

SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.-Es un alivio que los precios de los combustibles hayan bajado sustancialmente, pero no deberíamos, por ello, deducir que la causa que los ha mantenido altos ha desaparecido.Por el contrario, el país no oculta que los incrementos petroleros ahondan sus dificultades para cerrar la brecha entre ingresos y egresos de su balanza de pagos.Y como se columbra un proceso alcista de mucho más tiempo, hay ahora en el Gobierno más temores de que una situación así desencadene convulsiones sociales no sólo aquí sino en numerosas partes del mundo.El plan de ahorro de energía y combustibles que se aplica parcialmente es un esfuerzo por someternos a una disciplina en esa materia.Estamos obligados a ese sacrificio, para no exponer al país a una situación de incapacidad financiera para asegurar los suministros petroleros indispensables, a pesar de las ventajas que nos ofrece Petrocaribe para adquirirlos.En un contexto como este, creemos que el Gobierno sí puede, sacrificándose a sí mismo, aminorar las cargas y diferenciales que se aplican a los precios finales de los combustibles.Ya Perú, como dijimos esta semana, hizo lo propio, reduciendo los impuestos internos en una cuantía equivalente a 9 millones de dólares mensuales.Esta fórmula puede dar resultados en nuestro país, si el Gobierno y las demás instituciones estatales se someten a un riguroso plan de reducción en sus consumos de combustibles y energía.Y si, parejo con esto, se reduce una serie de gastos superfluos en que incurren los miembros de la burocracia con ostensible insensibilidad frente a las estrecheces ya conocidas.Esta semana se pone a prueba la capacidad del Gobierno para dar el ejemplo de que asume la disciplina de la austeridad en este sentido.Esperamos no ver vehículos oficiales paseando por nuestras calles o camino hacia los balnearios, ni tampoco al público común y corriente haciendo fiesta con estas bajas pasajeras en los precios de la gasolina.La reducción, que entró en vigor esta madrugada, cambia radicalmente el panorama de alzas continuas que hemos tenido -y sufrido- en las últimas semanas, lo que parece obedecer más que nada a un esfuerzo del Gobierno por evitar que tantos incrementos provoquen un estallido social.Pero este ejercicio hacia la baja demuestra que, independientemente de los factores de cálculo que se emplean cada semana para determinar la variación de los precios, el Gobierno puede maniquearlos.Y que puede, en consecuencia, asumir el sacrificio de estas alzas en aras de ayudar a la población a tener respiros frente al azote inflacionario que estos incrementos producen, aunque la alegría dure poco en la casa del pobre.

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