Adiós, Karol
Ese estilo abierto y amoroso, esa forma tan valiente de exponer los valores del cristianismo, esa simpatía natural que provocaba en todos los que lo conocieron, hizo que rápidamente Juan Pablo Segundo se ganara la admiración y el respeto de toda la humanidad
Roma, convertida en un areopago de fe y de dolor, de vacíos y de esperanzas, ha registrado hoy para la historia la magna despedida mundial al Papa Juan Pablo II en su inevitable camino hacia el altar.Adiós, Karol Wojtyla.Su pontificado sella una de las historias más impresionantes de la evangelización.Se nos ha marchado un hombre que, con su carisma, su amor por los pobres, por los desarraigados y por el respeto a la vida, luchó por hacer más humana a la humanidad.Los dominicanos, en particular, sentimos aprecio y simpatía por este hombre grande y santo.Recordamos sus visitas y, sobre todo, las motivaciones que tuvo cada momento para hacerlas. Quedó prendado de nuestras bellezas naturales desde el primer día en que besó nuestro suelo y recorrió nuestras calles y barrios y ofició en los principales templos, y mostró siempre sensibilidad frente a nuestras dificultades y frente a nuestras catástrofes.Ese estilo abierto y amoroso, esa forma tan valiente de exponer los valores del cristianismo, esa simpatía natural que provocaba en todos los que lo conocieron, hizo que rápidamente se ganara la admiración y el respeto de toda la humanidad.Una buena parte de ella, como jamás se ha visto en la historia, hizo patente ese cariño y el dolor por su partida, concurriendo a sus funerales en Roma o presenciándolos a través de la televisión.Los líderes mundiales, los de naciones grandes y poderosas hasta los más pequeños y débiles, sintieron el deber de acudir a Roma a despedirlo.Estamos seguros que al Papa le hubiese gustado que la despedida final no se conviertiese, además, en uno de los más impresionantes esfuerzos de seguridad para la protección de vidas y garantía del orden, ya que siempre fue un hombre sencillo, asequible, que gustaba irradiar su calor espiritual y humano a todos sus seguidores.Recién iniciado como Pontífice fue a Milán y se sorprendió de la excesiva logística de seguridad a su paso. Al volver a Roma, de su puño y letra escribió una carta al Corriere de la Sera, y se quejó de que, siendo un hombre de bien, tuviera que rodearse de tanta seguridad. La firmó como Karol Wojtyla, como un simple polaco, para no comprometer a la Iglesia.Fue un hombre de valor. Le dió a la expresión de Cristo, “No temáis”, su más excelsa significación y aplicación. Rompió las rigideces y el hieratismo que antes caracterizaban a la figura de un Papa, y se hizo muy presente entre nosotros, con su sencillez, su sonrisa, sus buenas maneras y sus bendiciones. Adiós, para siempre, querido Karol. Te lo decimos con las gargantas anudadas y con unos corazones que lloran.Adiós.
1 Comments:
hola soy Huascar Reyes, hijo de Gregorio Reyes.
Le doy la gracias por su editorial
del 17 de abril del 2005.
Es toda una verdad
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