Paraiso de contrabandistas

En un país virtualmente inundado de drogas, a nadie puede resultarle extraño que esto se conviertiese, en el gobierno pasado, en un paraíso de los contrabandos.
La última y más escandalosa muestra la ofreció ayer la Dirección de Aduanas, al denunciar que 1,500 vehículos de lujo de todo tipo fueron introducidos al país sin pagar los impuestos correspondientes, porque una mafia interna se ocupaba de facilitar la evasión.
Hay 28 ex empleados y funcionarios de la pasada gestión involucrados junto a otras 12 personas todavía no identificadas públicamente en estos menesteres ilegales y mafiosos.
La investigación sobre este cuantioso fraude contra el fisco dominicano estableció que el mecanismo fue utilizado ampliamente desde el 2001 al 2004, un período en el que se proclamaba, con jactancia, que los contrabandos habían sido controlados y que la evasión también.
Como parte de las investigaciones dispuestas por el director de Aduanas, Miguel Cocco, un funcionario que ha dado pruebas de ejercicio responsable y honesto de sus funciones, unos 533 vehículos introducidos de contrabando ya fueron incautados.
Es probable que los compradores finales no tengan ninguna culpa ni complicidad en el crimen de evasión, por lo que ha de concentrarse la investigación –y la penalización del delito– en los verdaderos facilitadores de las operaciones.
En un negocio tan redondo como ese, tan sostenible en el tiempo como para que en casi cuatro años nadie lo hubiese descubierto, son muchas las instancias de Aduanas que debieron de estar comprometidas.
Éstas deben ser identificadas y enviadas a la Justicia.
Concomitantemente con esta sustracción de recursos que debieron entrar en el erario público, otra cantidad multimillonaria de pesos no pudo percibir el fisco por las graciosas exoneraciones y los llamados “impuestos únicos” otorgados privilegiadamente a los de aquel régimen.
Si las Aduanas del país, como se ha comprobado ahora, fueron tan perforadas por el contrabando de miles de vehículos, ¿qué impedimentos tenían los narcos para sacar provecho de las vulnerabilidades existentes e introducir sus grandes cargamentos de drogas a nuestro suelo, depositarlos, reempacarlos, exportarlos hacia los destinos finales y dejar un buen sedimento al mercado local?
Estas revelaciones de Aduanas son apenas el principio de una cadena de escándalos, atrocidades y desmanes que caracterizaron ya no a un Gobierno –porque ni así merece que le llamen– sino a la cleptocracia que nos desgobernó en un cuatrienio de retroceso y caos.