Friday, April 22, 2005

Sólo falta voluntad



Es tiempo de tomar el camino correcto. Sin detenernos en el incumplimiento de responsabilidades ajenas. Lo más importante para la sociedad no es lo que faltó, sino lo que ahora debemos hacer. Abarcando lo de ayer y lo de hoy

L a gente tiene la percepción de que la corrupción ha derrotado a nuestros gobernantes. Los hechos, en realidad, lo sustentan. La sociedad, sin embargo, se resiste. Sueña.Y buscando aliento en esa resistencia, los ciudadanos compran ofertas electorales, planteamientos teóricos y buenas conductas individuales de personas que parece que jamás sucumbirían en su responsabilidad de combatir este terrible flagelo.Al pasar balance de administraciones gubernamentales y de gestiones frente a los organismos responsables de castigar a los corruptos, el resultado cuando menos es el mismo. En ocasiones, hasta superior en la suma de acciones delictivas.El marco jurídico existe. El compromiso político y social se oferta. La obligación que nos imponen convenios y resoluciones de la comunidad internacional hay que honrarla. Las pruebas y evidencias del delito se pueden recoger hasta en plazas públicas...pero para actuar falta la voluntad real. En resumen, a nadie, con poder para usar, le duele el saqueo del patrimonio público. No le inmuta el desafiante enriquecimiento ilícito de políticos y allegados. Ni que se le enrostre al pueblo el bienestar que en forma burlona y desconsiderada exhiben los depredadores de los bienes y riquezas del pueblo dominicano.Las poses de lucha contra la corrupción no faltan. Las promesas de erradicar este mal abundan al extremo que empalagan. Se repite el cuadro desolador: retorna la desesperanza. Nos invade el desaliento.Es tiempo de tomar el camino correcto. Sin detenernos en el incumplimiento de responsabilidades ajenas. Lo más importante para la sociedad no es lo que faltó, sino lo que ahora debemos hacer. Abarcando lo de ayer y lo de hoy. El presidente Leonel Fernández, signatario de convenios y declaraciones conjuntas con gobiernos y pueblos hermanos que juran derrotar a los corruptos, tiene que marcar la ruta. Su compromiso con las generaciones del presente y el futuro es ineludible. Su investidura, su liderazgo y el propio juramento que hizo de respetar y hacer respetar la Constitución y las leyes dominicanas lo obligan a ser reverente ante el llamado histórico de salvaguardar la democracia, protegiendo y defendiendo el patrimonio público y distribuyendo en forma justa las riquezas de la nación.No puede delegar en nadie esas atribuciones, ni esta cita histórica. Es obligación rendir cuentas y castigar a los que no las tengan claras.Se pueden convidar en esta cruzada moral a decenas de hombres probos, honestos, responsables y transparentes en su vida pública o ejercicio privado, pero jamás abandonar los mecanismos e instituciones encargados de perseguir el crimen y castigar a los culpables.De ninguna manera podemos abrir caminos que puedan ser aprovechados por terceros para burlar la justicia y no pagar por sus actos de corrupción.El Presidente está en el derecho de alistar a cuantos quiera para combatir este flagelo degradante, pero colocándose al frente de todos, con una decisión firme, garantizando su inequívoco deber de evitar que la corrupción nos derrote.Una sola palabra puede llevarnos al éxito: voluntad.

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