La sociedad busca a un líder fuerte
SANTO DOMINGO, R.D.- La búsqueda de un líder fuerte, que sobresale en las encuestas Demos que se vienen realizando desde los años 90, es la respuesta de la sociedad a tanta corrupción desde el poder
Las encuestas Demos nos han revelado, con una cadencia precisa, año tras año, que la sociedad dominicana anda detrás de un hombre fuerte que la gobierne.
Hombre fuerte se traduce por mano dura, algo así como firmeza para restablecer los niveles de respeto y de disciplina que deben de normar a una comunidad civilizada.
No quiere esto decir que el hombre fuerte equivalga a un sustituto de la ley o de las instituciones, aunque a menudo muchos lo preferirían frente al acelerado proceso de descrédito e ilegitimidad en que han venido cayendo los liderazgos nacionales entroncados con el poder o las entidades más representativas del Estado.
Nadie quisiera volver al modelo Trujillo, ni tampoco al de sus peores caricaturas, como el más reciente que hemos sufrido, sino al que demuestre, en el ejercicio del poder, que tiene convicciones y decisiones firmes sobre el imperio del orden y de la ley, y que está dispuesto a jugársela para que ambos prevalezcan por encima de los abusos o las ñoñerías que los debilitan.
Otros estudiosos, en América Latina, perciben lo mismo que la última Demos 2004 ha hallado: que hay creciente y aguda insatisfacción con los partidos que supuestamente son garantes de la democracia y del desarrollo en libertad.
Uno tras otro, sucediéndose en el poder, han salido embarrados por la corrupción. Y bajo todos estos mandatos que hemos tenido desde Trujillo para acá, sólo los indicadores económicos —puras cifras y estadísticas— han mejorado en el país. Lo más importante, la dignidad y el derecho del ciudadano a vivir decentemente, no se ha logrado aún con tan impresionante desarrollo económico.
Esto es lo que dice, en síntesis, el estudio sobre el desarrollo humano del país, preparado por el PNUD.
La mejor fotografía a la incapacidad y a la ineficiencia de los políticos que, con sus promesas o sus impericias, han llenado de frustración a un pueblo que esperaba más de ellos y de sus partidos.
La búsqueda de un líder fuerte, que sobresale en las encuestas Demos que se vienen realizando desde los años 90, es la respuesta de la sociedad a tanta corrupción desde el poder.
De veras, se necesita un cambio de modelos. Un cambio de hombres. Los partidos, lamentablemente, no los han suplido en 40 años de democracia. Pero es en democracia que queremos que surjan los líderes que, conscientes de las verdaderas necesidades de la sociedad, trabajen para atenderlas y resolverlas.
Mientras haya clientelismo, mientras el que llegue al poder sea indulgente con las indelicadezas o los más burdos actos de corrupción de su antecesor, mientras haya válvulas por las cuales se escape el dinero del Estado sin controles, mientras los recursos públicos sigan siendo un pastel a repartir entre pocos y persistan las profundas desigualdades que hieren a esta sociedad, se hace más oportuno y pertinente el deseo del cambio, la búsqueda de un líder fuerte para renovar los valores democráticos y restablecer el respeto a la ley y al prójimo, en orden y en libertad.
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