La gira del Presidente
SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.- Siempre es bueno que el Presidente se adentre en el corazón del pueblo, conozca sus necesidades y ayude, en la medida de lo posible, a resolverlas, pues para eso fue elegido.
El Presidente y la mayoría de sus ministros están en gira por el Cibao Central, abriendo al pueblo espacios de desahogos a sus necesidades. En eso se convierten las giras presidenciales: en un contacto que despierta esperanzas, que compromete al Gobierno en la realización de infinidad de obras, y en una toma de pulso de las quejas del pueblo.
Las giras permiten al Presidente, sin embargo, saber qué prometió y no cumplió cuando ahora se le reclama, cuáles son las verdaderas necesidades insatisfechas y qué calificacion tienen sus funcionarios locales.
Las audiencias populares se transforman en un maratón de peticiones y denuncias. Son una especie de “pruebas nacionales” de las que generalmente no salen bien parados los funcionarios que representan al Poder Ejecutivo en esas provincias.
Cuando el Presidente se acerca a las comunidades para conocer de cerca sus prioridades, todo el mundo quiere que el Gobierno se las resuelva por completo.
Pero olvidan, a menudo, que los ayuntamientos manejan mensualmente más de mil millones de pesos en conjunto y que ellos son responsables, en gran medida, de hacer muchas de las cosas que se le piden al Presidente.
El Gobierno tiene que ocuparse de asuntos de mayor envergadura y de dirigir correctamente la inversión. Las menores les corresponden a los cabildos, pero éstos gastan la mayor parte de sus recursos en personal y no en las obras municipales que les corresponden.
Aún cuando suponemos que el Presidente debe estar muy enterado de las urgencias de esos pueblos, cada visita suya le permite revisar el ritmo de cumplimiento de algunas obras ya dispuestas y medir los grados de satisfacción de la comunidad con su régimen.
Pero las visitas, así como tienen este lado positivo, pueden resultar contraproducentes si el Gobierno, al cabo de los meses, no cumple las promesas que formula. En este caso a los pueblos del Cibao Central.Esa historia se repite tras cada paso del Presidente por las provincias, lo que parece indicar que el Gobierno no halla los recursos suficientes para costear esas obras prometidas.
Cuando esto ocurre, viene el desencanto y hasta las protestas y las huelgas para que se haga algo. En otros casos, el Gobierno envía equipos para trabajar en calles, caminos o carreteras, y luego de un aguaje, se van. En otros, cumple su palabra.
Insistimos en que si el Presidente no lleva cheques con fondos a los pueblos que visita y les promete obras, sus promesas caerán muy pronto en el vacío.Y puede darse el caso de que, al volver al cabo de un tiempo, se tope con la sorpresa de que le están pidiendo las mismas cosas que prometió y que tal vez no cumplió plenamente.
De todas maneras, siempre es bueno que el Presidente se adentre en el corazón del pueblo, conozca sus aspiraciones y ayude, en la medida de lo posible, a satisfacerlas, pues para eso fue elegido.
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