Saturday, August 13, 2005

Con el agua al cuello

SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.- Ya es urgente que, con pleno conocimiento de la crisis que se nos viene encima, el Gobierno haga todos los esfuerzos por involucrar a la nación en un programa de ahorro severo de combustibles que debe comenzar por la reducción de la circulación de vehículos de todo tipo y por una restricción temporal a las importaciones de estos.



El presidente Fernández admite que ya estamos "con el agua al cuello", y que el país no tiene capacidad suficiente para resistir el embate que produce en su economía el alza del precio del petróleo.


A partir de esta admisión, no nos queda más remedio que adoptar un plan de emergencia para enfrentar tan intranquilizante y desestabilizador fenómeno.


Ya es urgente que, con pleno conocimiento de la crisis que se nos viene encima, el Gobierno haga todos los esfuerzos por involucrar a la nación en un programa de ahorro severo de combustibles que debe comenzar por la reducción de la circulación de vehículos de todo tipo y por una restricción temporal a las importaciones de estos.


El Congreso tiene que aprobar de urgencia el proyecto que facilita la búsqueda, importación e instalación de nuevas fuentes alternativas de energía, para que podamos sustituir en la medida de lo posible la dependencia del petróleo en la generación de energía para escuelas, hospitales, negocios y viviendas.


Un paso alentador es el que ha dado el Gobierno al proponerse ahorrar un 20 por ciento de la energía que utilizan sus diferentes secretarías de Estado y departamentos, lo que también abarca restricciones al uso de las flotillas de vehículos oficiales.


Se necesita que las autoridades encargadas del tránsito elaboren un plan para imponer horarios y regulaciones de acceso a la circulación de vehículos públicos y privados en las zonas de más alta concentración de Santo Domingo y Santiago, de la misma forma en que lo están haciendo todas las naciones centroamericanas en estos momentos.


Estos modelos de ahorro de Centroamérica deberían ser evaluados, para que apliquemos aquí uno que verdaderamente se ajuste a la situación de emergencia y a las peculiaridades locales del sistema de transporte.


Es correcta la decisión del presidente Fernández de enviar en misión urgente a su secretario de la Presidencia a Venezuela, para que el presidente Chávez agilice la puesta en marcha de Petrocaribe, con lo cual podríamos adquirir petróleo financiado a largo plazo y de esa manera asegurar un suministro vital de combustibles. Hay que concentrar los mayores esfuerzos para dar inicio a la producción de etanol a partir del bagazo de la caña de azúcar y del sorgo, y no perder tiempo en el desarrollo de otros proyectos ya elaborados para la producción de energía eólica y solar a gran escala.


La única manera posible de evitar el colapso de la economía y el caos social que esto traería es apelando de inmediato a este plan de emergencia, tal vez más importante y crucial en estos momentos que la discusión de la reforma fiscal y que otros asuntos que, sin dejar de ser trascendentales, no representan ninguna solución concreta al problema que verdaderamente nos tiene a todos, al país, digamos, con el agua al cuello, casi a punto de ahogarnos.


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