Wednesday, August 03, 2005

Una “cumbre” alentadora

SANTO DOMINGO, RD.-El Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y Centroamérica y la consiguiente reforma fiscal que tal compromiso conlleva, constituyen los dos principales retos de la nación en el orden económico en estos momentos.
Por las profundas repercusiones que tendrán en la vida de todos los dominicanos, la llave para viabilizarlas y darles un carácter legal solo la tiene el liderazgo político representado en el Congreso y tal parece que, a este nivel, la puerta del compromiso ha sido formalmente abierta ya.
El encuentro del presidente Fernández y el ex presidente Hipólito Mejía, con la mediación de monseñor Agripino Núñez Collado, ha servido para sentar las bases de un acuerdo que facilite en el Congreso la aprobación del TLC –convertido en ley por el presidente estadounidense George Bush– y la reforma fiscal que pretende establecer las fuentes para las recaudaciones que se dejarán de percibir a la hora en que entre en vigor el pacto multilateral.
Ese pacto, como advirtiera recientemente el economista José Luis Alemán, cambiará el país, por cuanto lo obliga a establecer nuevos estándares de transparencia y de seriedad para desarrollar sus negocios con los Estados Unidos, y crea desafíos en el orden competitivo y de producción de alta calidad y eficiencia al sector empresarial e industrial dominicano.
Tal es la importancia que reviste esta sociedad comercial con los Estados Unidos que el propio presidente Fernández ha dicho que, sin ese TLC, se arruinaría la economía del país en el actual contexto de la globalización y los nuevos perfiles del mercado.
El mercado está ahora dictando sus reglas y los países, no importa el tamaño de sus economías, responden a ellas de la mejor manera posible. El impacto inmediato que supondrá para nosotros la aprobación de ese tratado es que elimina fuentes a través de las cuales ingresaban ordinariamente más de 20 mil millones de pesos al erario.
El sustituir estas fuentes con otras nuevas es lo que ha dado lugar a un sostenido y a menudo fuerte debate entre todos los sectores que eventualmente serán afectados.
Por eso era preciso que fuese en el marco del Diálogo Nacional, que abarca amplios sectores, donde se debatiera este asunto, en el cual tienen decisiva influencia los partidos políticos.
Cuando el PLD, el PRD y los reformistas se entiendan sobre esta materia, puede decirse que tanto el Tratado como la reforma fiscal, tendrán allanado el camino de su aprobación.
Tiene que ser un compromiso nacional. De ahí la enorme importancia que tiene la “cumbre” celebrada ayer por Fernández y Mejía, proyectando la idea de que, pese a sus diferencias políticas, ambos, con sus respectivas fuerzas partidarias, privilegian los asuntos cruciales de la nación sobre las estériles y tradicionales discordias entre ellos. Saludamos el eficaz esfuerzo de mediación de monseñor Núñez Collado, a quien no se le puede regatear la nobleza y el sacrificio de su rol en favor de las mejores causas nacionales.

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