Tuesday, July 26, 2005

Lo que Roberto le ha devuelto a la ciudad

Tres grandes avenidas, el Malecón, el Expreso Quinto Centenario y la Tiradentes, en el barrrio de Cristo Rey, se convierten los domingos en espacios libres de automóviles.
Durante todo el día, esos espacios pertenecen al público, especialmente a los de clase media y pobres que no disponen de clubes, resorts ni otros exclusivos lugares para divertirse como los tienen los ricos o acomodados.
Una sensación de libertad, de pertenencia, invade a todos aquellos que cada domingo hacen de esas avenidas un territorio propio para jugar, descansar, pasear, hacer ejercicios, bailar, promover “picnic” y botar el golpe de una semana probablemente tensa, apabullante, en la que las carencias, las frustraciones y la delincuencia atormentan sus espíritus.
Conjuntamente con esta iniciativa de clausurar esos espacios que la ciudad les ha quitado a sus gentes para dárselos a sus vehículos contaminantes y ruidosos, el Ayuntamiento del Distrito Nacional ha emprendido una campaña denominada “Yo amo a mi barrio”. Tiene por finalidad elevar la estima y el sentido de identidad y de vecindad de las gentes de los barrios pobres, a los que solemos tipificar como antros de drogas, de delincuencia, de violencia y de los peores estigmas sociales.
Roberto Salcedo, el síndico, ha sido el artífice de este extraordinario esfuerzo.
Con ello, le ha devuelto a los pobres, a los carenciados, las oportunidades de salir de sus tugurios, de sus patios, de sus malolientes laberintos, para disfrutar a sus anchas un día pleno, feliz, en esos espacios abiertos, arbolados, que se hacen más puros cuando no circulan los vehículos.
Esta Capital, cada día, enajena espacios a las gentes para dárselos a los carros y los autobuses, cuando lo apropiado sería que hiciéramos nuevos parques, nuevos jardines, nuevas plazas. Cómo es posible, para citar un ejemplo, que un área del Parque Olímpico sea ocupada por un sucio taller de chatarras que debería herir la sensibilidad del Presidente de la República cada día que pasa por el frente, y cómo es posible que el Parque del Este haya sido mutilado para erigir las obras del elefante blanco de los Juegos Panamericanos?
El sentido de amor al barrio que Roberto Salcedo ha promovido con gran acierto debería generalizarse. Es a toda la ciudad a la que debemos amar, convirtiendo otras avenidas en espacios libres, y no sólo los domingos, sino los fines de semana, creando más plazas y remodelando otras zonas, como la avenida Duarte, para hacerlas más peatonables, más para humanos que para máquinas.
Esta es una ciudad contaminada, agresiva, ingrata y peligrosa para el peatón, donde ni siquiera hay aceras apropiadas para que pueda transitar, ni mucho menos espacios libres para su recreación. Tenemos que hacer mas bulevares y parques, y cerrar incluso algunas calles y avenidas —en ciertos casos hasta permanentemente—para darle al pueblo lo que una falsa “modernidad” urbanística no ha podido: nuestro sentido de pertenencia y de sociabilidad.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home