Tuesday, August 02, 2005

El desarme, una prioridad

SANTO DOMINGO, R.D.- Mientras más dominicanos caen injustamente en medio de la violencia o sufren la virulencia de un atraco o la humillación y el dolor de cualquier otra agresión, lo que la sociedad desea es una respuesta más contundente de la Policía, un patrullaje mayor y sostenido, y un incremento de las operaciones de desarme.


La delincuencia está instalada ya en nuestra sociedad y hay que enfrentarla en dos fases, una inmediata y otra a más largo plazo. Para ambos escenarios hay una medida que se cae de la mata: el desarme de la población. Y de eso es de lo que menos estamos hablando. Por el contrario, el armamentismo ha aumentado porque no hay campaña de desarme, sino de legalización del porte y tenencia de armas.

Estamos en un círculo vicioso: no se quiere desarmar a los que andan armados para no desprotegerlos de los delincuentes, pero ahí está un factor clave potencial de la criminalidad. Mientras más dominicanos portan armas, esta se convertirá en un recurso de más fácil e instintivo uso ante una atmósfera cargada de peligros y amenazas.

Hay un segmento muy amplio con armas ilegales en su poder. Son los de los pandilleros y narcotraficantes barriales. Enfrentarlos y neutralizarlos es una acción que debe combinar su desarme total con su sometimiento a la justicia.
Eso es ahora.

La otra medida crucial, que nadie se atreve a tomar porque en todo esto va implícito un asunto de recaudación, es la del desarme total de los ciudadanos civiles, tengan la condición que tengan.

Como la delincuencia o la criminalidad tienen sus causas muy bien diagnosticadas en el país, es obvio que el atacar las causas fundamentales toma tiempo. Y en ese tiempo, la delincuencia puede incrementarse si, parejo con una estrategia para enfrentarla, no se siente la destreza y la firmeza de las autoridades para someter a todos los ciudadanos al cumplimiento de las leyes.

Es un problema complejo el nuestro, porque los que representan esa autoridad, en cierta medida, han perdido respeto y credibilidad.

Corregir ese problema de conducta y de imagen también es necesario, pero toma tiempo.
En el día a día, mientras más dominicanos caen injustamente o sufren la virulencia de un atraco o la humillación y el dolor de cualquier otra agresión, lo que la sociedad desea es una respuesta más contundente de la Policía, un patrullaje mayor y sostenido, y un incremento de las operaciones de desarme.

Que el desarme se convierta, ahora, en una prioridad fundamental para ir desactivando los potenciales factores que nos han sumido en una delincuencia que ya se ha tornado endémica en la sociedad.

Este cáncer hay que extirparlo. Y si fuera preciso, sin anestesia, o, de lo contrario, se morirá el país de inanición y de miedo por culpa de unos pocos.

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