Tuesday, August 09, 2005

La vida útil de un ex presidente

SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.- Los ex presidentes capaces comprenden que, dejando de lado las diferencias ideológicas o el color de sus banderías partidarias, pueden serles útiles a sus países. Y de esto Estados Unidos ha hecho una práctica ordinaria, que le ha dado buenos resultados en el orden internacional.



No todos, pero sí algunos ex presidentes estadounidenses —y también de otros países— suelen extender su vida útil como políticos más allá de su paso por el poder.
Hablamos de vida útil, no de la desagradable porfía de otros que, habiendo dejado una estela de pésimos ejercicios como gobernantes, continúan haciendo un esfuerzo de sobrevivencia en el medio político sin aportes positivos ni relevantes.

Abrazados a causas humanas o a la lucha por la democracia y la paz, ex gobernantes norteamericanos han demostrado a su pueblo y al mundo que todavía pueden contribuir con su prestigio, sus relaciones y su talento al mejoramiento de la humanidad.

Es así como el ex presidente norteamericano Bill Clinton, que ejerció ocho años, se adhirió a la causa de la lucha contra el sida, promoviendo ayudas a África y poniendo a prueba sus relaciones para propiciar un abaratamiento del costo de los medicamentos para atacar esa pandemia.

Ahora ha emprendido una campaña nacional contra la obesidad infantil, o la obesidad en sentido general, que constituye una de las principales causas de enfermedades y muerte en los Estados Unidos.

Él sufrió la experiencia de una glotonería precoz y ahora atribuye a esa escasa disciplina en el comer —y a la ingesta de comida basura —sus recientes padecimientos, que lo colocaron al borde de la muerte.

Al dedicar ahora sus energías a estos propósitos, el ex presidente le muestra a su país que sus capacidades políticas van por buen curso, y que su liderazgo no se va a diluir en estériles confrontaciones o en la inutilidad de un retiro contemplativo, silente e improductivo.

Carter es otro ejemplo de ex presidente utilitario. Su país lo aprovecha en diversas gestiones humanitarias y en esfuerzos por la democracia.

Otros ex mandatarios ponen su experiencia al servicio de la humanidad, dictando conferencias o como catedráticos en universidades. O crean fundaciones para ayudar a causas específicas, a menudo conectadas con una inspiración en el bien común.

Hablamos de políticos con estatura de estadistas, no de aparecidos ni enganchados que, al tener un golpe de suerte que los catapulta hacia el poder, creen que tienen ganada, por ello, esta privilegiada condición.

Los ex presidentes capaces comprenden que, dejando de lado las diferencias ideológicas o el color de sus banderías partidarias, pueden serles útiles a sus países. Y de esto Estados Unidos ha hecho una práctica ordinaria, que le ha dado buenos resultados en el orden internacional.

Nuestros pueblos, en cambio, atrapados en pugnas políticas y discordias, no tienen todavía esa capacidad. Cada ex-presidente que sale del poder se convierte en un candidato a la prisión, con o sin razón. O en un personaje que ya pasó a la historia, o todavía en un sujeto del ataque y la descalificación. Esa ferocidad de la lucha impide que, como en el caso norteamericano, la vida útil de los políticos que valen, los políticos de verdad, se extienda más allá de sus efímeros pasos por el poder.



**

0 Comments:

Post a Comment

<< Home