Mal panorama para el turismo
SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA .- No queremos pensar que las dificultades que se registran en el negocio del turismo, tanto por la baja rentabilidad originada por un peso sobrevaluado como por la gradual pérdida de competitividad, sean el preludio de que los tiempos bonancibles están llegando a su fin.
Hasta donde sabemos, varios hoteles han tenido que despedir a casi un 20 por ciento de su personal, porque no soportan los costos operativos ni los factores imprevistos en nuestra economía.
Otros están, ahora,en la antesala de su cierre.O en planes de reconvertirse en residencias turísticas para alquiler, una modalidad que atrae a inversionistas extranjeros.
No queremos pensar que las dificultades que se registran en el negocio del turismo, tanto por la baja rentabilidad originada por un peso sobrevaluado como por la gradual pérdida de competitividad, sean el preludio de que los tiempos bonancibles están llegando a su fin.
Un dirigente hotelero ha dicho que otros destinos, como México, con su ribera maya, Jamaica, Cuba y Bahamas, incentivan la industria hotelera mediante la eliminación o disminución de cargas tributarias, y aquí hacemos lo contrario. Se teme, a estos niveles, que esta situación pueda llegar al extremo de que grandes, hermosos y excelentes hoteles del país tengan que cerrar sus puertas y que los inversionistas muden sus negocios a esos destinos señalados.
Sería una pena que dejáramos extinguir, por hincarle el diente fiscalista a ese sector, a esta importantísima fuente de ingresos, a través de la cual se han generado millares de empleos, comercio, infraestructuras y hasta cambios culturales cualitativos.
Los del sector turístico no son muy dados a sacar los paños de sus problemas al sol, pero últimamente hemos notado que se están volviendo más francos y sinceros y están admitiendo que el negocio no marcha muy bien, a pesar de las apariencias.
En la discusión de la reforma fiscal han salido a relucir propuestas del sector hotelero destinadas a evitar que los costos operacionales, más nuevos impuestos, hagan languidecer sus empresas.
Las primeras reacciones han sido de rechazo, lo que ahonda más las preocupaciones sobre el futuro inmediato del turismo, un sector al que se le mide más por el volumen de ingresos de divisas y de ocupación hotelera que por el aporte permanente como dínamo y sostén de la economía.
Fuera de estos aspectos puntuales, el problema de la arrabalización de los entornos turísticos, las altas tarifas de las líneas aéreas y de trasatlánticos, el alza de los combustibles y el deterioro de las vías que conducen a los grandes resorts, así como los temores que infunden otros países sobre la magnitud de la malaria, ensombrecen aún más sus perspectivas de corto y mediano plazo.
Prestémosle atención a estas amenazas que son reales y que pueden ser devastadoras para el turismo.
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