El agua, problema soslayado

SANTO DOMINGO.-El mundo está padeciendo un severo déficit de agua, y aquí parecemos estar muy ajenos a las terribles consecuencias que ese fenómeno tendrá en nuestras vidas.

Ni siquiera lo columbran los políticos en sus programas de gobierno, tanto así que en medio de esta campaña electoral, los aspirantes a alcaldes no lo mencionan ni de pasada.

Y cada día el problema se agrava. Y no disponemos de recursos suficientes para privilegiar un programa de infraestructuras para almacenar y redistribuir mejor el agua que nos brinda la naturaleza.

La ONU ha calculado que mil cien millones de seres humanos no tienen acceso al agua potable, lo que los condena a una rápida y segura extinción, y que casi 3 mil millones de personas no cuentan con estructuras sanitarias adecuadas para recibir este líquido vital.

En nuestro país el problema se agudiza porque las principales presas que almacenan agua para el consumo o para el riego y la electricidad se encuentran sedimentadas.

Y también, porque el proceso de deforestación que hemos sufrido ha significado la desaparición de ríos y fuentes de agua en distintas partes del país.

Luego se suma a este cuadro el problema demográfico, el crecimiento desordenado de nuestras ciudades y la tendencia reciente a construir megaviviendas o torres, unas al lado de otra, en estrechas densidades, demandando altos volúmenes de agua para las necesidades de sus residentes.

Poco a poco hemos ido padeciendo las consecuencias del déficit o, en determinados casos, de la no potabilidad del agua de que disponemos.Y un reflejo de esa crisis es la rápida expansión de los negocios de agua embotellada, que pretenden ser una alternativa ante el peligro de consumir agua contaminada.

Salvo las inversiones que se han hecho en el acueducto de la zona oriental de la Capital o la última obra de infraestructura para la Línea Noroeste, ha sido poco consistente la política -si la hay- que el país merece darse para enfrentar este problema acuciante.

Es una lástima que los asuntos que verdaderamente ponen en juego la vida y el futuro de este país ni siquiera sean enfocados, tomados en cuenta o discutidos entre los políticos que aspiran a dirigir nuestros destinos.