El laboratorio del futuro
SANTO DOMINGO.-En la medida en que la tecnología marca el paso del desarrollo de los pueblos, se hace cada vez más ostensible el extraordinario acierto que ha representado el haberse creado en el país el Parque Cibernético de Las Américas.
Tal vez en el momento de su apertura muchos no pudieron calibrar su importancia como laboratorio para formar los especialistas que demanda la era tecnológica.
Ni mucho menos podrían predecir que, en ese parque, se desarrollarían investigaciones que pueden arrojar innovaciones tecnológicas de impacto mundial.
En el Instituto Tecnológico de las Américas, una de las instituciones clave de este parque, se experimentan ahora más de diez inventos que pueden ayudar a mejorar la vida de los dominicanos y del planeta en muchos sentidos.
Una pléyade de talentos ocultos, de los tantos que aún tenemos y no podemos descubrir, han recibido el beneficio de la asistencia de grandes empresas y universidades para desarrollar estudios que mejoran tecnologías en aplicación y que producen modelos softwares y artefactos que ya se patentizan para su producción y comercialización mundial.
Este parque atrae ya las inversiones de gigantes tecnológicos que procuran transferir a los dominicanos todo su conocimiento para que, desde aquí, puedan acompasar el dinámico proceso de cambios que impulsa al mundo hacia la globalización.
Taiwán, Estados Unidos, La India, China Popular y España han traído aquí a connotados maestros para promover la instalación de industrias de alta tecnología a las que les espera un reto brillante cuando entre en vigor el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y cuando nos conectemos más estrechamente con otros continentes en la relación de intercambios con las herramientas del futuro.
Leonel Fernández, su principal mentor, dijo al inaugurar este parque que estábamos abriendo una ventana de esperanza para el país. Lo que muchos no imaginaron es que, en pocos años, el parque cibernético ya es más que una esperanza, es la base concreta de nuestro futuro, el epicentro de un cambio radical que nos permitirá salir más rápidamente de los atrasos de una época y situarnos en un punto del que no puede haber jamás un retorno al retroceso.
Es ahora cuando podemos dimensionar la magnitud de esta visión tan profunda del Presidente y cuanto más se justifica que destinemos a ese centro internacional el mayor apoyo financiero para que pueda cumplir cabalmente su misión formadora y transformadora de la sociedad dominicana, la sociedad de este siglo XXI.
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