Friday, May 12, 2006

Candidatos objetables

SANTO DOMINGO.-Entre los más de 10 mil aspirantes a cargos congresuales y municipales en las elecciones del día 16 hay individuos con hojas de vida muy negras.

El que hayan podido alcanzar el estatus que ahora tienen como candidatos demuestra que falta todavía mucho rigor legal en este país para impedir que cualquier truhán o narcotraficante sea llevado por vía del voto legítimo a puestos de mando en los poderes públicos.

Personajes con cuentas pendientes en la justicia o con evidentes conexidades con el crimen y la corrupción administrativa han tenido la suerte de intervenir e influir en los procesos electivos de las organizaciones políticas, y ostentar hoy una categoría que les permite optar por un escaño en el Congreso o por un cargo en los gobiernos municipales.

Tanto se reconoce la existencia de estas especies dañinas en el universo de candidaturas que un alto funcionario de la Embajada de los Estados Unidos llegó a proponer en estos días a los dominicanos que no voten por aquellos aspirantes marcados por estas categorías delictivas.

Si no los hubiera, en el presente proceso, sobraría referirse a ellos. Pero la advertencia ha sido oportuna si tomamos en cuenta que en muchos países de América Latina, en especial aquellos que han sido desafiados por el narcotráfico, la osadía de los delincuentes ha llegado a tal punto que logran situar en los centros de poder a sus propios camaradas para asegurarse la continuidad o expansión de sus actividades ilícitas.

Tienen recursos en abundancia para imponerse en los procesos electivos de las agrupaciones partidarias y, una vez alcanzadas las posiciones del poder público, predominar en ellas y dirigir la orquesta de sus maquinaciones perversas.

En el caso dominicano, sería una pena y una vergüenza que individuos deshonestos, descalificados, subjúdices o altamente sospechosos por sus inconductas morales y políticas, sean llevados a la grupa del voto legítimo y libre a las más codiciadas posiciones del Congreso y los ayuntamientos y, todavía más, a los otros pilares del Estado que tienen bajo su responsabilidad la conducción de los destinos de nuestra nación.

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