Tuesday, May 09, 2006

Una cautelosa precaución

SANTO DOMINGO.-Los partidos políticos han consentido, finalmente, en crear la Comisión de Asistencia Electoral, cuyo auxilio de seguro que lo vamos a necesitar.

Este es un proceso que viene marcado por sospechosas dislocaciones de votantes que aún no han sido esclarecidas, sino vanamente minimizadas.

Eso de decir que las dislocaciones (más de 160 mil, cerca de un uno por ciento del electorado) no influirán en el resultado de las votaciones, es un ridículo consuelo.

Los partidos que lidian en estas elecciones conocen de sobra las maniobras más usuales que se realizan para sacar provecho, tramposamente, del voto.

Esas “dislocaciones” las han patrocinado, en el pasado, candidatos con poder que llevan de un lugar a otro, por ejemplo de la capital a un pueblo distante, a miles de sus “electores” sobre la base del cambio de domicilios.

O utilizan cédulas marrulleramente obtenidas en la fuente que las expide, para “inscribir” haitianos o personas no aptas para el voto. O sencillamente compran cédulas auténticas a sus portadores ñsobre todo si son señalados del partido contrarioñ para impedirles el sufragio.

También se han denunciado, en el pasado, finas jugadas de tipo electrónico para alterar el padrón, así como escamoteos intencionales de utensilios para votar a fin de que no lleguen a tiempo a las mesas electorales.

En medio de una maraña de irregularidades, en la que todos sabemos que meten sus manos los políticos, una Comisión de Asistencia Electoral nunca deja de ser una cautelosa medida de precaución frente a tollos mayores.

Esa es una instancia con capacidad moral para advertir situaciones anómalas o para frenar cualquier desvarío. No es, como se ha querido pintar, una comisión para sustituir a la Junta Central Electoral, sino para hacer más creíble y legítimo su trabajo y su veredicto final.

Esta decisión de los partidos, de crear la Comisión, figura entre los puntos acordados en el Pacto de la Civilidad firmado ayer, bajo el aliento y apoyo del rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, monseñor Agripino Núñez Collado, figura creíble y al mismo tiempo experta en estos seguimientos.

Fue la mejor apuesta, frente a un panorama no del todo claro, hasta el momento, con lo que tiene que ver con el manejo del proceso electoral.

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