El Pacto de Respeto Mutuo
SANTO DOMINGO.-Los candidatos a síndico del Distrito Nacional firmarán hoy un Pacto de Respeto Mutuo que puede tener un hondo significado en la vida política del país, más allá del plano episódico de estas elecciones.
No se trata únicamente de un compromiso coyuntural, sino de ir sentando las bases para que las campañas proselitistas del futuro se conduzcan bajo otras modalidades, tal y como se hace en naciones que han avanzado más que la nuestra en este quehacer.
El electorado de hoy siente la necesidad de que los candidatos lo atraigan y lo convenzan con otras herramientas, con técnicas de comunicación y de contacto más eficaces y no con ostentaciones de fuerza, a veces agresiva e irracional, ni con los excesos verbales e insultos que pasan por alto el fundamento y esencia de una competencia electoral.
No es a una gallera a la que vamos a ver animales matándose a espuelazos; ni al viejo circo romano a presenciar las fieras aniquilando a los competidores.
Las elecciones son un camino para que el pueblo, con entera libertad de conciencia y de paz pública, ejercite su derecho a decidir a quién favorece para dirigir sus destinos, ya sea en el orden nacional o en el municipal.
Generalmente, los que prefieren el camino de la gallera o del exterminio puro y simple del contrario, no tienen capacidad para sobresalir en la lucha, porque la personalizan. Pierden de vista que el elector sólo procura al candidato que mejor programa presente, o que demuestre su buena y comprometida intención con las necesidades de las mayorías; con aquel que muestre más capacidad, talento y decencia para desempeñar el cargo al que aspira.
Con este primer paso que dan hoy los candidatos a síndico por el Distrito Nacional, al firmar el Pacto de Respeto Mutuo en la sede de LISTÍN DIARIO, se envía al país un mensaje de cambio al electorado del presente y del futuro, en la forma de ejercer el proselitismo.
A partir de ahora, los candidatos pondrán de manifiesto su voluntad de ayudar a cambiar el método de hacer campaña, para que en el futuro los sucesores de su liderazgo -y sus partidarios, en definitiva- canalicen sus aspiraciones con maneras más civilizadas, menos insolentes y violentas, y más respetuosas del derecho de los demás a participar en una contienda sin presiones, sin amenazas, y sin tantas vaciedades en los discursos y las ofertas.
En la medida en que se acojan a sus términos y los hagan respetar entre sus seguidores, los candidatos se elevan en estima, alcanzan la estatura de políticos civilizados y comprometidos con el mejor destino de su país y se hacen ciudadanos más admirados, respetados y reconocidos por el pueblo.
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