Sunday, April 23, 2006

El desánimo de los votantes

SANTO DOMINGO.-El poco entusiasmo que despiertan en los electores los 14 mil ciudadanos que quieren “sacrificarse” por el país accediendo al manejo del pastel de los recursos públicos, es un síntoma preocupante.

La propia Junta Central Electoral ha hecho sus cálculos sobre una probable abstención del 50 por ciento o más en las elecciones congresuales y municipales del 16 de mayo.

Y su presidente ha dado, entre otras, una razón fundamental: la gente ha perdido la fe en los partidos, y los partidos, a su vez, se han debilitado estructuralmente y se han desacreditado.

Tomando nota de estas previsiones, los dirigentes políticos han mostrado preocupación por ese desánimo y han llamado a la población a votar masivamente para que pueda lograrse un sello de legitimidad a la elección de las nuevas autoridades.

Lo cierto es que podríamos llegar a un punto en que la abstención sea tan significativa que más que el ejercicio de fortalecer la democracia y la reposición de autoridades, cuya vía perfecta es el voto libre y transparente, el veredicto de los no votantes se traduzca en un mensaje de rechazo contundente al modelo de dirección del país que el partidarismo ha sostenido, con demasiadas lacras.

Una de las causas que estarían aguijoneando el desinterés de los votantes es la comprobación de que, con sus excepciones, los que llegan a los cargos en disputa no persiguen la solución de los problemas que agobian al país, sino los suyos y los intereses de sus propios partidos. El estéril desempeño de los que están ahora en esos cargos así lo confirma.

El fenómeno no es nuevo ni propio de esta sociedad. Otros países, que afrontan tantas urgencias como el nuestro, experimentan ahora el desplome y el descrédito de sus liderazgos políticos, y esto se refleja en los sorpresivos cambios de preferencias en favor de figuras que no tienen nexos con los partidos sino con entidades de la sociedad civil, o surgidos de las entrañas de grupos populares empobrecidos y hasta de las filas de cuerpos militares, que han merecido el favor de los votantes como señal de un desesperado deseo de cambios.

El país desea un nuevo liderazgo, moral, comprometido, decente y servicial, que sustituya y reenfoque el incompetente y corrompido ejercicio de la política pura y simple, oportunista e inútil, y esa aspiración parece reverberar en el fondo de estos mensajes de alerta que trasmite la sociedad dominicana cuando una buena parte de los votantes se inclina por la abstención, evitando cohonestar con la legitimidad de su voto el ascenso de autoridades que, de antemano, sabe que no lucharán por resolver ni un ápice de sus tantas necesidades y problemas.

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