Monday, April 10, 2006

Bahía de las Águilas: sí se puede

SANTO DOMINGO.-En toda la legislación sobre áreas protegidas del pais no aparece ninguna categoría de área que pueda estar privada de impulsar y desarrollar todas las formas del ecoturismo.

La ley sectorial de áreas protegidas 202-04 se aplica a las reservas científicas, a los santuarios de mamíferos marinos, a parques nacionales, parques submarinos, monumentos naturales o culturales, reservas forestales, refugios de vida silvestre, corredores ecológicos, bosques modelos, vías panorámicas y áreas nacionales de recreo.

En todas ellas, el turismo ecológico es un uso permitido, cuidando, naturalmente, los recursos y la integridad ecológica de dichas zonas.

Bahía de las Águilas y Cabo Rojo entran en el área nacional de recreo, es decir, en la categoría de paisajes protegidos.

La ley dice textualmente que los objetivos de manejo de esa zona son los siguientes: “mantener paisajes característicos de una interacción armónica entre el hombre y la tierra; conservación del patrimonio natural y cultural y de las condiciones del paisaje original, proporcionar beneficios económicos derivados de actividades y usos tradicionales sostenibles y del eco-turismo”.

Recreación y turismo, como se ve, son compatibles en Bahía de las Águilas. El reglamento permite la creación de nuevas infraestructuras turísticas y de otra índole “reguladas en cuanto a densidad, altura y ubicación”.

Por tanto, no hay un marco más claro que esta ley para que pueda organizarse una correcta y necesaria explotación del ecoturismo en Bahía de las Águilas, como se propone el Gobierno al abrir las oportunidades de inversión multimillonaria en esa zona.

Ya lo hemos dicho y lo reiteramos: no hay prohibiciones absolutas ni limitaciones excesivas al derecho que tienen los pueblos del Suroeste a beneficiarse de un desarrollo extraordinario de estos hermosos paisajes marinos.

El Gobierno hace bien en propiciar un debate abierto, democrático, sobre los proyectos destinados al turismo en el Suroeste, para que se ajusten a estas especificaciones legales.

Lo que es imperdonable es que se pongan trabas innecesariamente, sobre la base de interpretaciones acomodaticias de esta ley, a las iniciativas que sacarían a esta región de su inconsolable pobreza y abandono.

El Suroeste merece su turno al bate en el desarrollo nacional y éste luce ser el mejor momento.

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