Monday, April 17, 2006

Una nación yuxtapuesta sobre la otra

SANTO DOMINGO.-Poco a poco la sombra de Haití se hace más extensa en nuestro territorio con la presencia de millares de desventurados ciudadanos de ese país que buscan aquí trabajo, casa, comida, ropa y salud.

Este es un proceso dinámico de yuxtaposición de una nación sobre otra, bajo el cual no puede descartarse la inoculación o implantación de valores y costumbres autóctonas de la nación que se ayunta, como ha ocurrido en otros lugares del mundo.

En otros tiempos asumió el carácter de una presencia impuesta por la fuerza invasora, desagradablemente absorbente, terriblemente duradera, pero ahora se manifiesta en otro sentido y en una época histórica distinta cuya principal característica es, precisamente, la globalización que desdibuja fronteras y culturas.

La fuerza y la determinante influencia que tienen los inmigrantes hispanos y de otras latitudes en Estados Unidos se ha hecho visible, como nunca antes, en esa nación, a propósito de los planes para votar una ley que regule su presencia y que impida la llegada y el asiento de más ilegales en ella.

Pero los inmigrantes también han hecho sentir su peso y sus derechos a la protesta en Francia y en cualquier otro país en los que se imponen regulaciones o leyes que les afectan.

Aquí no estaremos ajenos a ese remolino y de ahí que el tema de la presencia de ilegales haitianos en nuestro territorio signifique un serio dolor de cabeza para las autoridades, que tienen que velar para que la yuxtaposición del Oeste con el Este no siga avanzando al ritmo y con las consecuencias que ya tiene sobre nosotros.

Metafóricamente vista, es como el efecto que produce el helecho silvestre sobre un grande y grueso árbol. Lo rodea desde el suelo, lo cubre copiosamente en un proceso ascendente y lo esteriliza o lo asfixia.

Los Balcanes constituyen una referencia elocuente y, de hecho, a ese anatema se refirió recientemente el Presidente de la República cuando habló de evitar, en el caso domínico-haitiano, otra “balcanización” en el Caribe.

Es tarea de nuestros historiadores, sociólogos, demógrafos y políticos examinar a profundidad lo que acontece en otras partes, el surgimiento de una fuerza propia autogenerada por las demandas y legítimas aspiraciones de los inmigrantes, para proponer soluciones que de ninguna manera conlleven el atropello injusto de seres humanos que, por lo general, aportan sudor y energías, talento y destrezas, para motorizar el desarrollo que otras naciones, envilecidas por discordias inútiles o entretenidas en minucias sin sentido, no han logrado por sus propios medios y recursos.

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