Thursday, May 04, 2006

¿Qué tanto miedo a esa Comisión?

SANTO DOMINGO.-Nadie se explica por qué se ha formado tanta alharaca alrededor de la idea de que opere una Comisión de Seguimiento de las elecciones.

Los comicios dominicanos de las últimas décadas siempre han sido observados o fiscalizados por entidades y personalidades, sean de aquí o de fuera.

La Comisión de Seguimiento es una instancia moral que la misma sociedad ha creado para vacunarse a tiempo contra posibles tramposerías en los comicios.

Como aquí se integra la Junta Central Electoral con no disimulada presencia de jueces patrocinados o fielmente vinculados a partidos políticos, la sospecha sobre sus actos nunca desaparece de la mente de los electores.

La experiencia que hemos tenido con retruécanos de toda índole y con irregularidades engendradas en el mismo seno de ese tribunal, ha ido creando la necesidad de que, en cada proceso, se active la Comisión de Seguimiento.

Por lo regular, esta Comisión cumple la misión de garantizar un mínimo de limpieza de los comicios y, en ocasiones de dificultades, ha asumido un papel de mediadora o de arbitraje para evitar mayores problemas.

No tiene sentido que los partidos ñalgunos partidosñ se opongan a rajatablas a la existencia de esta Comisión, sobre la base de que ésta sería un organismo superior o supletorio de la Junta.

¿Acaso no son los mismos partidos los que, a través de sus delegados de mesas, validan finalmente las actas de votación? ¿Por qué no dejan que esta función sea exclusiva y potestativa de los oficiales de las juntas electorales?

Este solo papel demuestra que las elecciones se realizan bajo un amplio marco de vigilancia y seguimiento, ya sea de los propios partidos como de organizaciones no vinculadas al quehacer político.

Una Comisión de Seguimiento es algo más en ese universo de veedores. Pero la caracteriza el hecho de que se forma con figuras prominentes y confiables de la sociedad que no se prestarían a cohonestar una tentativa fraudulenta para torcer los resultados de los comicios.

Es indispensable, conociendo la aficción a los trucos electorales que tienen ciertas formaciones políticas, que una instancia mayor, ad hoc, vigile el proceso y sea garante de su limpieza, como muro de contención a toda suerte de factores que puedan empañarlo o violentarlo.

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