Monday, February 28, 2005

El Presidente y las dos agendas

Apoyamos las dos agendas, siempre que a la primera, a la de las necesidades inmediatas, podamos encararlas con otro patrón que no sea el del viejo populismo y paternalismo que ha marcado el quehacer de los mandatarios, y en cuanto a la segunda, nos abrazamos entusiásticamente a ella, con fe en el futuro.


Como ha dicho el Presidente Fernández ante la Asamblea Nacional, hay dos agendas que interpelan a un gobernante en una sociedad tan atrapada por la crisis y el subdesarrollo como la nuestra.

Una es la agenda de las urgencias inmediatas. Otra, es la que permite columbrar los desafíos del futuro y anticiparnos a ellos. En esta última se inscriben los proyectos de envergadura, retadores, concebidos para hacer frente a necesidades previsibles de diez, quince o veinte años.

En sociedades más disciplinadas y mejor dotadas de recursos, la agenda del futuro no despierta tantos miedos ni dudas entre sus habitantes, porque en esta se visualizan y se consignan en proyectos de desarrollo de largo alcance, que cada Gobierno respeta y hace suyos.

Aquí, desafortunadamente, somos muy temporales e improvisadores, y damos la sensación de que no somos capaces de sostener, más allá de cuatro años, que es el período de cada gobierno, programas e iniciativas que necesitan de tiempo para madurar y dar frutos.

Apoyamos las dos agendas, siempre que a la primera, a la de las necesidades inmediatas, podamos encararlas con otro patrón que no sea el del viejo populismo y paternalismo que ha marcado el quehacer de los mandatarios, y en cuanto a la segunda, nos abrazamos entusiásticamente a ella, con fe en el futuro.

Si no hubiésemos acometido, con esa visión, la construcción de las grandes presas, hoy difícilmente tuviésemos capacidad de almacenamiento de agua para uso diverso. Si nos paralizamos de miedo, o las dudas nos apabullan, no hubiésemos hecho obras que hoy son indispensables, pero que se consideraban ‘‘demasiado grandes’’ o ‘‘incosteables’’ o ‘‘monumentales’’ en un momento dado.

Vienen al caso los ejemplos del aeropuerto del Cibao, proyecto condenado al fracaso y que hoy es una productiva y apreciada realidad para Santiago y todo el Cibao; lo mismo que la ampliación de la autopista Duarte, los dos teatros, el Nacional y el Regional, considerados ‘‘suntuosos’’ y fuera de tiempo, así como los elevados y túneles de la capital, por sólo citar un simple muestrario.

http://www.diarioadiario.com.do

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