La DNCD, en una lucha que merece respaldo
A los agentes antidrogas se les recibe a tiro limpio en muchas madrigueras barriales, y no menos de seis agentes han muerto en enfrentamientos y celadas en los últimos meses, lo que indica que llevan a cabo una misión peligrosa, cargada de riesgos, en la que nadie puede predecir quién perderá la vida mañana
La lucha contra las drogas ha tenido un balance muy favorable en América Latina en el último año, y puede decirse que aquí en nuestro país no nos hemos quedado atrás.Desde la instalación del nuevo gobierno se han registrado 3,950 decomisos de drogas prohibidas en casi 3 mil allanamientos, y se han enviado a los tribunales 1,475 acusados, lo que indica que, en su trasfondo, la actividad delictiva del narcotráfico es demasiado poderosa y abarcadora.Si esas son las estadísticas de sólo seis meses, hay que convenir que la lucha puede ser todavía más eficaz y productiva, si la Dirección Nacional de Control de Drogas contase con más recursos y equipos para librarla.La lucha no es fácil, porque el enemigo está más y mejor armado que la DNCD y porque sus redes —en el caso dominicano— han sido tan extensas que han tocado el corazón mismo del poder público, limitando la capacidad de sus agentes para descubrirlas o desarticularlas.Uno de los grandes éxitos de la DNCD en este período ha sido el apresamiento del ex capitán Quirino Paulino Castillo y de algunos de sus colaboradores, y los importantes decomisos y arrestos que ha hecho después de ese golpe contundente.Si bien esa misma institución ha sufrido la penetración incisiva de vinculados al narco, como lo ha denunciado la embajada de los Estados Unidos, cuyo gobierno trabaja estrechamente con la DNCD en esta lucha, no es menos cierto que también ha estado expuesta a las aviesas campañas que los mismos aliados del narco han desplegado, desesperadamente, en estos días, para desacreditarla.A los agentes antidrogas se les recibe a tiro limpio en muchas madrigueras barriales, y no menos de seis agentes han muerto en enfrentamientos y celadas en los últimos meses, lo que indica que llevan a cabo una misión peligrosa, cargada de riesgos, en la que nadie puede predecir quién perderá la vida mañana.Es una misión difícil que siempre choca con intereses demasiado fuertes que protegen a los narcotraficantes, los grandes consumidores o sus beneficiarios más directos.Es una misión que, para poderla llevar a cabo con eficacia y con la mayor convicción de lo que ella sifnifica, hay que tener una coraza para no caer tentado por el dinero, por las prebendas o por el temor a las amenazas que pudieran provenir de los perseguidos.Son gentes que tienen los juegos pesados. Son insensibles y matan por puro instinto.El vicealmirante Iván Peña Castillo, jefe de la DNCD, no puede amilanarse frente a todas las amenazas que, en movimiento de pinzas, se desatan tras el golpe dado a la red a la que se vincula a Quirino, y su gran tarea es depurar las filas de la dirección, robustecerla en los principios que la guían, y seguir dando la batalla con firmeza, caiga quien caiga y digan lo que digan.
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