Los “paleros” volvieron por sus fueros
Nadie tiene el derecho a utilizar la violencia y el chantaje para defender el usufructo de una ruta que, por demás, no es de su propiedad, sino que se le concede en aras de organizar la cobertura de los servicios de transporte público en ellas.
Ya lo habíamos dicho hace poco: los choferes de ciertas rutas del transporte se han creído los dueños de ellas, y a menudo las disputas por su control terminan con saldos sangrientos.
Ayer dieron otra prueba de su capacidad para entrarse a palos, o a tiros, si se quiere, en la defensa de la ruta desde la Capital hasta Los Alcarrizos, resultando una treintena de
A consecuencia de la refriega, el tránsito de vehículos por la autopista más importante del país se vio interrumpido. Y para complicar más las cosas, a los pasajeros de numerosos autobuses los desmontaron y los mantuvieron retenidos en los puntos de conflicto, como si se tratara de un secuestro perpetrado por grupos guerrilleros.
Este conflicto pone en peligro la vida de los choferes de los distintos sindicatos y la de todos los pasajeros, ajenos a su problema.Lo peor del caso es que las autoridades nada han hecho para sacar de las calles, de ciertos puntos de la ciudad, a los paleros que los sindicatos arman para agredir a los que “invaden” sus rutas.
En un editorial reciente, recogimos la experiencia de varios ejecutivos y redactores de este diario que han visto cómo en distintos puntos de la ciudad —que también identificamos— se originan a diario agresiones a palos y tiros por el control de las rutas.Los agentes de la AMET y de la Policía no hacen nada para ponerle fin a estos actos típicamente delincuenciales.
Nadie tiene el derecho a utilizar la violencia y el chantaje para defender el usufructo de una ruta que, por demás, no es de su propiedad, sino que se le concede en aras de organizar la cobertura de los servicios de transporte público en ellas. Las experiencias tan desagradables que se han vivido en torno a estas rutas deben mover ya a la autoridad que concede los permisos a revisar este procedimiento de concesiones y a propiciar un entendimiento entre todos.
En el caso de ayer, un sindicato se queja de que el Gobierno quiere otorgar permisos a otros gremios, como si también le estuviera vedado al Gobierno ejercer estas facultades cuando entienda que debe hacerlo, sin someterse al chantaje de un sector específico.
Si los choferes se quieren matar entre sí, pues, que lo hagan, pero que se busquen, para sus duelos, un campo de Marte que no sean las calles ni autopistas del país. Que se vayan lejos, a otros sitios donde no pongan en peligro las vidas de pasajeros inocentes o la integridad de vehículos privados de ciudadanos que no tienen ninguna injerencia ni culpabilidad en sus rebatiñas.
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