Wednesday, August 31, 2005

Más pobreza a la vista

SANTO DOMINGO, R.D.- La pobreza, pues, seguirá siendo materia prima para la demagogia política y electorera, y a los pobres, por lo visto, no les espera un cambio favorable mientras mayor sea el hacinamiento que está previsto para el 2006 y los años venideros, cuando este país y Haití se confundan virtualmente en uno, en un proceso de mutua absorción del que no se sabe quién saldrá beneficiado.


De acuerdo con las estadísticas censales puestas al día, la población de nuestro país se duplicó en 30 años y se espera que para el venidero 2006 casi un 40 por ciento de los habitantes vivan arremolinados en las periferias de la Capital y Santiago.

El cuadro humano que se visualiza es sobrecogedor, porque esas barriadas carecen de los más elementales servicios públicos y por más que se descentralicen bajo una división política y territorial no existen los recursos, ni en sus ayuntamientos ni en el Gobierno central, para proveerles lo mínimo indispensable.

El fenómeno se ha producido sin que existan políticas que regulen los nuevos asentamientos y se agrava en la medida en que más haitianos empobrecidos, buscando empleos y otra calidad de vida que no tienen en su país, van a engrosar a las masas allí hacinadas.

Los gobiernos fijan su atención en los mega-proyectos o en obras que se reclaman con urgencia en distintas provincias y zonas campesinas, pero luce que actúa al margen o con desinterés frente a este desafío poblacional y a la imparable movilización que se está dando desde el campo hacia las ciudades.

Esta masificación complica la situación de pobreza y de carencias que existe en esas zonas periféricas de Santo Domingo y Santiago, y mientras se agudiza, menos márgenes de maniobras tienen los gobiernos para hacerle frente o para desincentivarla.

El problema no es sólo de nuestra cosecha.
Es también la consecuencia directa de la pobreza haitiana, y si las cosas siguen como van no es descartable que a la vuelta de 20, 15 o 10 años, lo que coexista en esas zonas periféricas sea una poblacion compuesta, una mezcolanza de lenguajes distintos, costumbres contrapuestas, conflictos intrabarriales, en unos ambientes confusos y degradados.Pero los gobiernos se excusan, año tras año, porque no tienen recursos, y con ello ocultan su incapacidad y su falta de decisión para asumirlo como una verdadera tragedia humana, que ha de dolernos a todos.

Los informes del Banco Mundial sobre la pobreza en el país sitúan a esas zonas periféricas de la Capital y Santiago como areas propicias en las que se incuban los actos delictivos, el raterismo y el negocio de las drogas, cuyos síntomas más elocuentes los comenzamos a sentir ya en la forma en que se ha deteriorado el clima de seguridad general.

Como el país está comprometido con los objetivos del milenio de las Naciones Unidas, se vislumbra que es poco lo que puede hacer para alcanzar mínimamente algunos de los más importantes, como el de educar, proveer luz, agua y servicios de salud adecuados, si ya se alega que no se dispone por el momento de cerca de 30 mil millones para comenzar a atacar el mal desde todos sus ángulos.

La pobreza, pues, seguirá siendo materia prima para la demagogia política y electorera, y a los pobres, por lo visto, no les espera un cambio favorable mientras mayor sea el hacinamiento que está previsto para el 2006 y los años venideros, cuando este país y Haití se confundan virtualmente en uno, en un proceso de mutua absorción del que no se sabe quién saldrá beneficiado.

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