Monday, August 29, 2005

Una propuesta para ayudar a Haití

SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.- Nosotros tenemos más de un millón de inmigrantes haitianos -aproximadamente el 15 por ciento de la población dominicana- con albergue, empleo, alimentación y mejor calidad de vida, y tenemos que arreglárnoslas solos, sin ayuda de nadie, para aliviar directa e indirectamente la crisis del vecino país.


Un reflejo crudísimo de la crisis haitiana es la migración de sus habitantes hacia otras zonas más prometedoras y menos deprimidas del mundo. República Dominicana, por la facilidad de ingreso, es la más expedita y segura. Luego están los Estados Unidos, Cuba, Canadá, algunas islas del Caribe y, para los que más pueden, Francia y el resto de Europa.

Francia fue la potencia que colonizó y explotó las riquezas de Haití, y de seguro que resultó aventajada cuando, por ser la colonia más próspera de toda la isla, los productos de la parte Este se exportaban por Puerto Príncipe.

Canadá, como Estados Unidos, han incidido directamente en la evolución de ese país, y junto a Francia han llevado la voz cantante del grupo de naciones que propugna por una mayor asistencia económica a Haití para sacarlo de su crisis económica, política e institucional. Nosotros, los dominicanos, a diferencia de aquellos países, sufrimos de Haití una dominación por veintidós años, matizada de abusos y devastaciones.

Sin embargo, es a la República Dominicana a la que se le quiere cargar el dado de la responsabilidad de asumir la llamada “viabilidad” del Estado-nación que existe a nuestro lado.Y no hay dudas de que tendrá que comprometerse con alguna solución de fondo, porque hasta ahora nada se ha hecho para contener una migración que trasplanta hacia este lado el cáncer de la pobreza y el hacinamiento que, desafortunadamente, sufre Haití.

Las Naciones Unidas, tomando en consideración el papel histórico de Francia, Canadá y Estados Unidos, debería estudiar una fórmula que obligue a estos tres países a aportar un porcentaje equivalente de su Producto Nacional Bruto para salvar económicamente a Haití.

Y, segundo, que en función del tamaño de los territorios de estas tres grandes naciones, se asigne un por ciento de inmigrantes haitianos para ser acogidos y empleados en esas naciones, como forma de aliviar la presión que ejerce esta masa empobrecida sobre el débil gobierno de la nación vecina.

Y, finalmente, se podría establecer otro principio según el cual esas tres naciones -y otras que indique las Naciones Unidas- se comprometan con una especie de “ruta crítica” de financiamientos para relanzar la economía haitiana.

Nosotros tenemos más de un millón de inmigrantes haitianos -aproximadamente el 15 por ciento de la población dominicana- con albergue, empleo, alimentación y mejor calidad de vida, y tenemos que arreglárnoslas solos, sin ayuda de nadie, para aliviar directa e indirectamente la crisis del vecino país. Es decir, que hemos cumplido. Ahora falta que los otros, que sí se han beneficiado más, aporten lo suyo, o paguen sus deudas históricas a esa desventurada nación.

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