Saturday, September 24, 2005

Se le va de las manos

SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.- Lo de la “mano firme, con guantes de seda”, alegoría magistralmente usada por el arzobispo de Santiago para resumir los atributos que, en esta hora, deben caracterizar la gestión de un Presidente, es un reflejo de lo que está pensando el resto de la sociedad.


Los problemas que retan a este Gobierno se les van cada vez de sus manos. Y es penoso que, a los más altos niveles, haya gente que no sepa qué hacer y hacia dónde vamos.

Se nos dijo que “todo está resuelto” en materia de compras petroleras, pero lo cierto es que todavía estamos mandando misiones a Caracas para poder echar a andar el acuerdo con Petrocaribe.

Nos imponen, encima, un sobreprecio de 200 mil dólares por cada barco petrolero y el secretario de Industria dice que no sabe que eso sea así.

El desayuno escolar arranca y, a los pocos días, tiene que ser suspendido al conocerse que la leche que se usa está siendo comprada con casi 18 pesos de diferencia al valor que rige en el mercado.



Nadie en Educación, al parecer, lo sabía.
El sector de la construcción queda desprovisto de materiales básicos, se paraliza virtualmente, y todo porque no se le ha buscado un mecanismo que planifique y regule las extracciones de agregados del lecho o las riberas de los ríos.

Es casi el mismo problema que ha paralizado la construcción del nuevo relleno sanitario de Santiago, para lo cual se gestionaron 75 millones de pesos de préstamo, todo a causa de una dejadez de las autoridades correspondientes.

En un país que anheló castigo para la corrupción del antiguo gobierno es desconcertante que, además de no haberla perseguido, se escuchen ahora a funcionarios del ministerio público quejándose de que no les llegan las auditorías escandalosas que ha hecho la Contraloría.

Las diferencias de criterios, públicamente expresadas por funcionarios, evidencian que en muchos aspectos el Gobierno parece actuar desarticulado de sus propios órganos o de sus propios planes.

De la suma de tantos desajustes es que emerge y cobra fuerza la idea de que, ante la magnitud de los problemas que agobian a las autoridades, es preciso que estas actúen con prontitud pero con acierto. Con decisión, sin titubeos. Con equidad, sin abusos y sin apañar lo mal hecho. Pero que actúen.

Lo de la “mano firme, con guantes de seda”, alegoría magistralmente usada por el arzobispo de Santiago para resumir los atributos que, en esta hora, deben caracterizar la gestión de un Presidente, es un reflejo de lo que está pensando el resto de la sociedad.

Sabemos que el país enfrenta serias dificultades, unas heredadas, otras de nuevo cuño, y que, como ha dicho monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, todavía el pueblo no ha tirado la toalla ni se ha rendido ante la crisis.

Por eso resulta preocupante que, en muchos aspectos, parezca que las cosas se les van de las manos al Gobierno, sin que haga mucho para impedirlo. O sin saber cómo hacerlo.


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