Wednesday, May 24, 2006

Sigue la imprevisión

SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA Las escenas de cuanto ocurrió en Jimaní hace dos años, todavía están frescas en la memoria de todos los dominicanos.

Asimismo, persisten, están ahí, en Jimaní y en Haití, las causas que produjeron el desastre en el que perdieron la vida 1,068 personas y otras 1,600 desaparecieron.

Es uno de los desastres naturales más grande de los últimos tiempos que fue registrado por los satélites de la NASA (Administración de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos). Se conserva la información gráfica en su página de la Internet para los estudiosos por sus características peculiares.

El río Blanco, que atraviesa la frontera, es una corriente mínima, un lecho seco la mayor parte del año, incluso es una cuenca relativamente pequeña.

El 24 de mayo del 2004 lluvias torrenciales, extrañas en esa parte de la isla de baja pluviometría, excedieron la capacidad del suelo de absorber agua. La tierra, principalmente en Haití, ha perdido los árboles que atan con sus raíces los terrones e impiden que se desmoronen los montes.

Durante el día y la noche llovió. La cuenca se rebosó y los torrentes hicieron caer enormes trozos de montaña que crearon una represa del lado haitiano. Cuando el caudal sobrepasó esa improvisada presa de tierra y piedra, estalló, y se lanzó montaña abajo. El torrente arrastró vidas y bienes en el lado haitiano, primero, y en el dominicano después. Todo ocurrió en pocos minutos.

Finalmente lanzó su carga de mortandad en el lago Enriquillo.

Al otro día la desolación era inmensa y el dolor aún mayor. El mundo entero se conmovió y las ayudas corrieron hacia Jimaní y hacia las comunidades haitianas. Se planteó la necesidad de reforestar para impedir que en el futuro ocurriera algo similar.

Se anunció la reconstrucción de viviendas para auxiliar a los miles que quedaron desamparados. Pero al cumplirse hoy los dos años de este acontecimiento todavía Jimaní está deforestado y, por tanto, la potencial amenaza permanece hoy igual que hace dos años.

Pero lo más increíble de todo es que aún después de transcurridos dos años sigue el desamparo, viviendas sin terminar, promesas incumplidas, escenas desgarradoras.

En este año en que se anuncian huracanes catastróficos para esta zona del mundo, es previsible esperar que esa parte del país pueda ser afectada, puesto que estamos en la ruta de estos fenómenos atmosféricos.

Si esto es tan previsible - como dice el refrán es una “guerra avisada” - ¿cómo no se toman previsiones? ¿Cómo es que nuestras autoridades - en dos administraciones diferentes - no han podido encontrar soluciones a un asunto tan simple y preventivo?

Jimaní es una realidad que nos golpea a la cara.

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