Del monocultivo al ‘‘monoservicio’’
SANTO DOMINGO, REPUBLICA DOMINICANA.- Hasta hace tan sólo unos pocos años, la caña de azúcar fue ‘‘la espina dorsal’’ de la economía nacional. Se llegó a decir que sin caña no hay país. Un concepto algo extraño, al parecer sin mucho asidero histórico, porque hubo país antes de que la caña fuera tan fundamental en la economía y aún mucho después que dejó de serlo.
Fidel Castro, en su afán de criticar a los Estados Unidos, acusó a las empresas de capital norteamericano de habernos convertido a las islas del Caribe en dependientes de un solo cultivo. Esto es, éramos países de ‘‘monocultivo’’.
Ahora, parece que todos sentamos nuestras esperanzas - que en ocasiones parecen exageradas - en el turismo. Esto es, parece que ahora nos encaminamos al ‘‘monoservicio’’.
En el afán por aprovechar todo cuanto puede ofrecer nuestro país para atraer riquezas a través de los visitantes extranjeros podríamos estar perdiendo de vista que dejamos de hacer otros importantes desarrollos que podrían mejorar nuestras condiciones de vida y asegurar la prosperidad del país.
Además, en el afán de explotar ‘‘las bellezas naturales’’ estamos, muchas veces, destrozándolas y, en consecuencia, anulándolas en relativamente corto tiempo para que sean una fuente de riquezas permanente, como ya ocurrió en algunas de las áreas que en el inicio de nuestro ‘‘boom’’ turístico tuvieron un gran potencial.
Es cierto que nuestro país tiene potencial para el desarrollo del turismo aprovechando las enormes ‘‘ventajas comparativas’’ de una moneda relativamente barata, clima y gente encantadores. Pero todo con mesura es más ventajoso.
En el camino de hacer que la naturaleza trabaje por nosotros hemos olvidado desarrollar el factor humano para que alimente esa riqueza que es el turismo.
No obstante este formidable potencial que reconocemos aún inagotado, es importante que se mire hacia otros muchos aspectos de nuestras potencialidades que se desprenden de nuestra gente, de nuestra situación geográfica, de nuestra agricultura, de nuestra minería y de nuestra cultura.
Como nación con la experiencia en el monocultivo que resultó no ser tan “espina dorsal”, puesto que se rompió y aún estamos de pie y caminando, es fundamental que aprendamos a escoger oportunidades y a potenciarlas.
Nuestros líderes sociales deben comenzar a hurgar en estas potencialidades y a exponerlas como elementos para que la Nación pueda continuar avanzando y abriendo oportunidades a la población que muchas veces pierde la fe en el país y se lanza a la aventura de la emigración precaria con riesgo de la vida.
Los economistas llamaban a esto hace un tiempo ‘‘encontrar un nicho’’, una forma de definir el aprovechar una posición para desde allí establecerse y operar.
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