Rockash, un acuerdo mal transado
SANTO DOMINGO, RD.- Al país le echaron, irresponsablemente, un gran mal encima al depositarle rockash en dos partes de sus costas más hermosas, fruto de un negocio entre pocos.
Comprobada la legítima necesidad que tenía el país de ser resarcido por este daño, un tribunal norteamericano aceptó abrir causa. En ella, las partes se transaron por un pago de 6 millones de dólares, entre los cuales figuran los honorarios (probablemente estratosféricos) de los abogados que representaron al país.
Una transacción cicatera, vergonzosa, inaceptable. El número de personas que resultaron afectadas por enfermedades generadas por esta basura que un grupito dejó entrar al país y luego intentó lavarse las manos para escurrirse de toda acción legal en su contra, es un reflejo del impacto dañino que tuvo ese rockash en dos poblaciones costeras.
Pero aparte de esto, las playas donde fueron vertidas esos elementos también resultaron afeadas y la solución salomónica que se le buscó al asunto, entre tanto venía el juicio, fue la de usarse como material de sostenimiento de carreteras o para reprocesarse en fábricas cementeras. ¿Qué pagaron los que usaron esta materia prima por dichas aplicaciones? De la irrisoria suma que hemos aceptado que nos paguen por esa basura inmunda, es muy poco lo que puede hacerse para recompensar, en algo, a las poblaciones y familias afectadas.
Si queda algo para un reparto, que ese dinero vaya equitativamente a las dos comunidades cuyas pasadas autoridades, en contubernio con los autores de este crimen ecológico, permitieron esas basuras.
Rockash, un acuerdo mal transado
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